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![]() Abraham Lincoln ante la historia El sueño frustrado de un leñador ROLANDO ÁLVAREZ ESTÉVEZ La obra iniciada por la burguesía como clase dirigente, con la Declaración de Independencia, el 4 de julio de 1776, y la posterior constitución de Estados Unidos, dejaba por resolver el grave problema social que representaba la esclavitud del negro en dicho país. Lo que no hizo George Washington como primer presidente de Estados Unidos, o sea, liberar a los esclavos, lo haría Abraham Lincoln el 1º de enero de 1863, quien de la misma manera que no quería ser esclavo, tampoco quería ser amo, según había expresado. Con mucho acierto, José Martí estableció dos períodos cumbres en la historia norteamericana. Para él, "la independencia de Estados Unidos vino cuando Washington; y la revolución cuando Lincoln".
La historia de ese país demuestra, igualmente, que en más de una oportunidad se produjeron sublevaciones de esclavos buscando obtener su libertad, como las encabezadas por Nat Turner, en 1831 y John Brown, en 1859. Ambos pagarían con sus vidas su acción abolicionista. En ese contexto se encuentra enmarcado el surgimiento de Abraham Lincoln como dirigente político, nacido en Kentucky el 12 de febrero de 1809. De oficio leñador, experto en el uso del hacha, quien devengaba seis pesos al mes con su balsa de transporte en el río Ohio, Lincoln procedía de una familia pobre y amiga de los negros. A los 17 años era un mozo pobrete y descalzo, largo de pies y de manos y desgarbado todo, como escribió Martí. Logró con su honradez y prudencia, en medio de muchas complejidades, llegar a obtener el título de abogado, y posteriormente un lugar en el Congreso de Estados Unidos como Representante. Desde esta última posición comenzaron a llamar la atención sus discursos contra la esclavitud, y su condena a la guerra expansionista que —con grandes intereses económicos por medio—, impuso a México el presidente sureño James Knox Polk. La elección del republicano Lincoln, en 1860, como el decimosexto presidente de Estados Unidos causó tal impacto político entre los esclavistas que empezando por Carolina del Sur, y después, otros estados donde imperaba ese régimen de relaciones de producción, decidieron separarse de la Unión. Fue un proceso que desembocaría, en abril de 1861, en el inicio de la Guerra de Secesión, enfrentamiento violento entre dos sistemas: el capitalista y el esclavista. A Lincoln se le ha señalado por algunos historiadores que demoró su decisión de eliminar la esclavitud, a pesar de sus antecedentes antiesclavistas. Nuestro José Martí, en una de sus valoraciones sobre Lincoln, lo llamó: "El más reposado y sereno enemigo de la esclavitud", refiriéndose con gran exactitud histórica al 1º de enero de 1863 cuando "aquel hijo sublime de los `de abajo', proclamó la libertad de los esclavos del sur", para añadir que "la pintura, la poesía, la elocuencia nos han conservado la imagen de ese Consejo de Gabinete en que Lincoln de pie lee a sus ministros la proclama, escrita por él mismo en ese estilo que la historia no tiene que alterar, en que las ideas se graban de una vez". Concluyendo aquella sesión histórica, dice Martí que Lincoln expresó: "Conozco vuestras impaciencias, hubiera querido que esto se hiciera antes; pero yo esperaba el momento oportuno". Esto último, además de ser una respuesta categórica, denota su estrategia con respecto a la abolición. Nos inclinamos a pensar que él no quiso romper, tan rápidamente, con la política de su partido acerca de cómo eliminar la esclavitud. Por otra parte, en el norte, la burguesía siempre calculadora, recelaba de la eliminación de la propiedad de los negros esclavos. Ante ese paso político trascendental, la burguesía temía que la clase obrera pudiera demandar la supresión de la propiedad de los capitalistas sobre los medios de producción. El poder económico de los esclavistas había calado en no pocos políticos. Unos por ser partidarios de ese régimen social y otros porque pusieron en venta sus posiciones. Para más complejidad, se conocía que poderosos capitalistas norteños, sin el más mínimo pudor, vendían armamentos a los sureños por la vía del contrabando. A todo lo anterior se sumó la ineptitud militar demostrada por algunos jefes norteños, lo que ocasionó que en dos oportunidades la capital de la Unión, Washington, se viera en peligro de ser tomada por las fuerzas sureñas. A partir de 1862, la situación militar cambió cuando 186 000 negros que hasta entonces eran esclavos, pasaron a formar parte de los ejércitos norteños, y otra cantidad superior fue ubicada en la construcción de fortificaciones. En ello fue determinante la aprobación por Lincoln de la Ley de Homestead, mediante la cual aquellos que no hubiesen integrado las fuerzas secesionistas podían recibir, gratuitamente, una porción de tierra al terminar el conflicto armado. Sin embargo, los negros libres que integraron las fuerzas del norte eran sometidos a una política racista por sus superiores. A la vez que ganaban menos, ocupaban los cargos más bajos. En los combates se repetía la heroicidad de los negros como en los tiempos de la liberación de las Trece Colonias. En la primavera de 1865 culminó la Guerra de Secesión, pero no el poder económico ni la influencia ideológica de los esclavistas en los sectores más reaccionarios de la burguesía norteña. Ello hizo posible que el 14 de abril del mencionado año, apenas cinco días posteriores a la rendición del general sureño Lee, el presidente Abraham Lincoln fuera herido de muerte por un fanático surista, y falleciera al día siguiente. En su valioso trabajo titulado El leñador traicionado, el profesor Raúl Valdés Vivó expresa que "uno de los hechos que impidieron que el gran país llegar tan lejos en progreso social, como Marx pensó, fue precisamente el asesinato del `leñador' en 1865". Hoy, quizás, hubiéramos podido analizar el rumbo de la historia norteamericana y del Partido Republicano, de diferente manera. El hoy de los gobernantes de Estados Unidos, arrogantes, prepotentes y guerreristas es opuesto al ayer vivido por Lincoln, quien llevó por primera vez a la Casa Blanca a dicho partido. Entonces, posiblemente, se vislumbraba otro tipo de nación en materia de política interna y externa. Con valoraciones que conservan toda vigencia sobre la vida política de los Estados Unidos, Martí penetró con su aguda pupila e inteligencia, señalando: "...los compañeros de Lincoln, y los que con él trabajaron más, abandonaron desconsolados, el partido que le ayudaron a fundar; ni se oye decir, como se dice acá todos los días, que de vivir Lincoln hoy, no estaría con los que le sucedieron, ni con los demócratas híbridos e indecisos". Era Lincoln aquel hombre, ya presidente, que el 19 de noviembre de 1863 había dicho en su discurso de Gettysburg: "La democracia es gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", sin atisbos de demagogia patriotera o de chovinismo alguno. Desde su toma de posesión hasta su muerte, vivió escasos días de paz. No tuvo tiempo para actuar como Presidente en trascendentales problemas políticos, económicos y sociales, pero tiene el mérito de haber consolidado la Unión norteamericana, a partir de los resultados de la Guerra de Secesión. Los esclavos de ayer pasaron a obreros agrícolas. No se les entregó la tierra y un alto porcentaje volvió a sus predios de labor bajo el mismo esclavista en condición de asalariados. El movimiento obrero creció y se fortaleció en la medida en que aumentó el desarrollo del capitalismo. Los indios fueron víctimas de las más crueles matanzas. A la muerte de Lincoln, conocido también como el "Emancipador de los Esclavos", los sectores más influyentes y reaccionarios de la burguesía ocuparon la Casa Blanca. Los intereses de las grandes mayorías dejaron de tener prioridad alguna. Hoy, como un verdadero estigma para la historia de Estados Unidos, el presidente W. Bush, y sus seguidores a fuerza de retórica y mentiras, de amenazas y agresiones de todo tipo, incluyendo la guerra, hacen causa común con la ideología del nazifascismo. Si en 1859, un día antes de ser ahorcado como abolicionista, John Brown había dicho "...estoy ahora completamente convencido de que solamente la sangre puede lavar el gran crimen de este país culpable", refiriéndose al régimen esclavista existente entonces en Estados Unidos, los inicios del siglo XXI nos muestran a un presidente norteamericano que pretende ir más allá de sus más retrógrados antecesores, queriendo dominar al mundo con ínfulas de emperador y de un guerrerista capaz de poner al mundo al borde de un holocausto. |
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