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![]() Más aliento yanki al genocidio israelí ARNALDO MUSA ¿Por qué tomar en serio a Bush, cuando propone un plan —"su" plan— para presuntamente llevar la paz al Medio Oriente, si el hombre que juró combatir el terrorismo, se sienta a esperar cómo el "hombre de paz" de Israel, llamado Ariel Sharon, sigue reforzando el aniquilamiento y cerco al pueblo palestino? Y es que para Bush, hay terroristas "buenos", que no se deben atacar, y los que él considera malos, esos que se deben destruir. En todo esto se revela la actuación hipócrita de Washington. Mientras arma una campaña global contra el terrorismo, por otra parte apoya la utilización por Tel Aviv del terrorismo de Estado, el asesinato selectivo de los dirigentes palestinos y el uso indiscriminado de la fuerza armada contra la población civil.
Y es que los distintos gobiernos norteamericanos conciben desde hace casi 40 años a la zona del Medio Oriente como una geografía de esencialísimos intereses estratégicos, por la existencia en esa zona de inmensas reservas de petróleo, con su proximidad al flanco sur de la antigua Unión Soviética, el cruce del Canal de Suez y a las más cortas rutas marítimas, terrestres y aéreas que enlazan a Europa, Asia y África, y a las cuencas de los océanos Atlántico y Pacífico. Todo es alentador para que el actual régimen de Israel se convierta en un gobierno totalitario cada vez más peligroso, cometiendo genocidio en nombre de la civilización, la paz, la democracia y la libertad. Mata sin ningún cargo de conciencia y justifica tanto el asesinato masivo como el selectivo. Todo lo tiene dispuesto para operar en el campo de batalla, en este caso las áreas pobladas de civiles palestinos. Aunque surgen en las reservas militares voces de descontento, lo cierto es que, en líneas generales, los soldados israelíes están preparados sicológicamente como los de cualquier nación agresora: indiferentes, deshumanizados ante el enemigo, en este caso los palestinos, a quienes deben aplicar la violencia como medida disuasoria. El aniquilamiento del pueblo, y de la sociedad palestina se está llevando a cabo de manera racional y planificada. No cabe pensar otra cosa de la acción del Estado de Israel y del apoyo que le brinda el gobierno de los Estados Unidos. Ello se corresponde con la particular concepción sionista sobre el holocausto sufrido por el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial y ejecutado por el Tercer Reich. Hoy se sufren las consecuencias de esa interpretación del genocidio. Hay potencias occidentales que justifican los bombardeos realizados por Tel Aviv contra la Autoridad Nacional Palestina, si estos mantienen una "intensidad moderada", y dicen horrorizarse cuando Sharon, en otro de sus actos de venganza, "se le pasa la mano" y pone en peligro a un interlocutor válido, como ha sido el caso de Yasser Arafat. Defensor a ultranza del Gran Eretz o Israel, Sharon acalla bajo el adjetivo genérico de enemigo del Estado de Israel a las voces valientes que, dentro de su propio país, han aparecido contrarias a los bombardeos y ocupación de los territorios palestinos. REPRESIÓN ERIGIDA SOBRE LA MENTIRA Son numerosos los testimonios históricos que refutan los mitos con los cuales se ha armado el sionismo internacional, basado en "la tierra prometida", tesis falsa y anticientífica enarbolada por Theodoro Herzl, creador de esa ideología racista, expansionista, agresiva, colonial y clasista de la burguesía hebrea. Uno de esos testimonios está recogido en el libro Sionismo-judaísmo, escrito por el doctor en teología William Holliday, quien afirma: "El pueblo antiguo que se denominaba Israel, vino a Palestina a finales del siglo XIII a.n.e. y estableció un control sólido sobre una región a comienzos del siglo X de nuestra era. "Ochenta años después, el Estado constituido por él se dividió en dos partes. La parte norte (Israel) fue conquistada por Asiria a finales del siglo XIII a.n.e. La parte sur (Judea) fue conquistada por Babilonia a comienzos del siglo VI a.n.e. Los hebreos pasaron a controlar los acontecimientos políticos operados en esa zona en el período macábico (de los macabeos), a mediados del siglo II a.n.e., y algún tiempo durante las insurrecciones contra Roma. Así, pues, basándose solo en los eventos históricos, las pretensiones de los sionistas sobre esta tierra (Palestina), carecen de serios fundamentos. "Y los reinos de David y de Salomón, invocados reiteradamente por los gobernantes israelíes, para tratar de hacer valer los supuestos derechos históricos de los judíos sobre Palestina, solo existieron 78 años, en contraste con los 4 000 años de existencia de la Palestina árabe". PALESTINA BAJO MANDATO BRITÁNICO Palestina formaba parte del imperio otomano; vencido este durante la Primera Guerra Mundial, el Consejo de la Sociedad de las Naciones —con la oposición de los árabes, que formaban la casi totalidad de la población— designó a Gran Bretaña como "mandataria de Palestina", que fue gobernada durante 30 años como una colonia de la Corona británica. Sin ninguna justificación legal, antes de haber ocupado el país, el gobierno británico prometió a los sionistas desplegar todos sus esfuerzos para facilitar el establecimiento de un "Hogar Nacional Judío" en Palestina, y materializó esas promesas el 2 de noviembre de 1917 en la Declaración Balfour, proclamada diez meses antes de comenzar la ocupación de ese país por Gran Bretaña. Esa era la situación cuando en noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la resolución que disponía la partición de Palestina y la creación de un Estado árabe, un Estado judío y una zona internacional: la ciudad de Jerusalén. Pero la realidad mostró cómo la mayor parte de los árabes fueron expulsados de las tierras palestinas y Jerusalén cayó bajo la férula del Estado sionista. Pretender legitimar el terrorismo de Estado bajo la idea del dolor que el pueblo judío padeció a manos de los nazis o por las acciones suicidas palestinas, hace que se desconozca el sufrimiento de este pueblo y su legítimo derecho a existir de forma independiente y soberana. Israel ha fundado su nacionalidad en contra del pueblo palestino y no puede asumir la existencia de un Estado que representa en su doctrina el enemigo a destruir. Mientras no se cambie esta percepción, las posibilidades reales de paz se encuentran supeditadas a la presión internacional por hacer comprender a Israel que el pueblo palestino no nació para destruir su identidad, y que reclama un derecho histórico y jurídico a la vez. En 1996, el pueblo palestino votó a favor de que Yasser Arafat fuera presidente de la Autoridad Nacional Palestina, al tiempo que otorgaba el 88% de los escaños del Consejo Legislativo a la Organización de Liberación de Palestina, encabezada por el propio Arafat. Arafat ha expresado su deseo de participar nuevamente en las elecciones presidenciales previstas para enero próximo. Pero mientras tanto, la agresión continúa y avanza bajo todo tipo de formas, lo cual me hace recordar cuando en abril último entre bombardeos y bombardeos, Arafat calificó de loco al genocida Sharon y destacó que si moría, lo haría como un mártir y que algún día un niño, de entre los escombros, recogería y enarbolaría la bandera de lucha por la liberación de Palestina. |
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