ZENIA REGALADO Y EDMUNDO ALEMANY

El hallazgo de estructuras megalíticas al noroeste de la Península de Guanahacabibes, a una profundidad de entre 600 y 750 metros bajo el nivel del mar, ha despertado gran interés nacional y mundial.

Iturralde explica que en Cuba los movimientos verticales no sobrepasan los 15 milímetros por año, por lo que Mega tardaría más de 60 000 años en descender

El doctor en ciencias geológicas Manuel Iturralde Vinent, investigador del Museo Nacional de Historia Natural, impartió una conferencia magistral —invitado por la filial pinareña de la sociedad geológica de Cuba y el museo Tranquilino Sandalio de Noda— relacionada con este tema, en la que abordó antecedentes y etapa actual.

La ingeniera oceanógrafa Paulina Zelitski, al frente del proyecto cubano canadiense Exploramar, nombró MEGA a las estructuras de piedra halladas accidentalmente durante investigaciones en busca de barcos hundidos.

Las estructuras megalíticas halladas alcanzan entre dos y tres metros cúbicos y las hay de centenas de metros cuadrados, como si fueran manzanas enteras. Aparecen formas rocosas de crestas, bloques cúbicos, paralepípedos, piramidales, aunque no son pirámides como las de los egipcios.

Estas estructuras se vieron con un sistema llamado sonar de barrido lateral que recogió también imágenes fotográficas, y mediante un robot equipado con cámaras para filmar películas.

Lo interesante es que hay estructuras que se repiten, y existe una extremadamente llamativa que es un cuadrado con una cruz en el medio. Todo ello generó el entusiasmo inicial de que podía ser una ciudad sumergida. Pero con lo investigado hasta ahora no se puede afirmar eso, aseguró Iturralde.

Estas estructuras no están asociadas a fallas o escarpas, por lo que su naturaleza queda pendiente de establecer, precisó el experto.

Algunos megalitos presentan caras planas distintamente pulidas que muestran huellas de erosión de tipo "scalop", como las que se observan en las calizas sometidas a corrientes en régimen hidráulico turbulento (no laminar). En contraste los bloques asociados a escarpas de derrumbe son de contorno irregular y no se parecen a los megalitos.

Para conocer con precisión la composición de las rocas que forman los megalitos es necesaria la toma de muestras de rocas y sedimento.

Los hallazgos llevaron a los científicos a plantear tres hipótesis:

Primera: Son estructuras naturales extraordinarias no relacionadas con la acción de seres inteligentes; Segunda: Son estructuras megalíticas que fueron construidas por seres inteligentes; y Tercera: Son estructuras megalíticas naturales que fueron eventualmente utilizadas por seres inteligentes.

Para el primer caso, los datos disponibles actualmente no justifican esta hipótesis, ya que las estructuras y bloques megalíticos están situados en una pendiente submarina relativamente poco inclinada, y no parecen estar asociadas a fallas o fracturas activas. Pero no se puede descartar esta presunción, ya que la naturaleza es capaz de crear estructuras realmente inimaginables.

La segunda hipótesis tiene su basamento en que las estructuras en forma de corredores y cámaras geométricas y los megalitos aún carecen de una explicación natural. De ahí parte la suposición de que hayan sido hechas por seres inteligentes.

Pero hay que averiguar quiénes, cómo, cuándo y por qué las crearon.

Esta conjetura se basa, adicionalmente, en las tradiciones de los mayas y aborígenes yucatecos, que hablan de una isla cercana, la que desapareció después de una catástrofe, de la que procedían sus ancestros.

De ser cierta esta leyenda, y MEGA la ciudad perdida, esto significaría que estuvo emergida y se sumergió en tiempos no muy remotos. Esta hipótesis, extremadamente interesante y sugestiva, no se puede aceptar mientras no se disponga de evidencias directas de la acción humana en el hallazgo, argumentó el experto.

La tercera probabilidad, combinación de las dos anteriores, sugiere que MEGA —en caso de tratarse de estructuras naturales que estuvieron emergidas— pudiera haber sido adaptada por seres inteligentes para su uso con alguna finalidad habitacional o religiosa. El valor de esta hipótesis es que abre un camino más amplio a la investigación e interpretación de las evidencias que se obtengan del sitio.

Durante el pasado mes de marzo se elaboraron una serie de mapas del fondo marino al noroeste de Guanahacabibes: el de pendientes, el tectónico y el morfoestructural.

En la última expedición de Exploramar —hace pocas semanas— un robot tomó muestras del fondo de arena, acerca de lo cual Iturralde afirmó ante el auditorio, y por primera vez : "Yo me quedé loco porque aparece una piedra formada por arenisca de color oscuro, densa, y tenía pegados tres moluscos de los llamados escaramujos, quienes crecen en el nivel del mar y se pegan a los barcos.

"Lo vimos con el video del robot, pues en el ascenso se desprendieron dos. Pensamos: ¿qué hace eso allá abajo si este animal vive a no más de dos metros de profundidad?.

"Tenemos la muestra para analizarla y tendremos que averiguar cómo llegó si su lugar es cerca de la costa, no pudo venir rodando desde la costa. La piedra no pudo rodar con el molusco pegado, pues se cayeron dos solo de sacarlas a la superficie.¿?.

"De momento pensamos buscarle la edad absoluta al escaramujo que poseemos para determinar el tiempo que hace que estaba pegado a esa roca", confesó impresionado el científico.