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29/05/2002
Portada de hoy

Paganini por Rachmaninov, revelación artística

HAROLD GRAMATGES

Fue bueno que en los finales de Cubadisco 2002 hubiera en el teatro Amadeo Roldán un concierto que no dudo en calificar de apoteósico. Un programa que resumió en espacio y tiempo el devenir histórico de la música culta.

La Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección del maestro Enrique Pérez Mesa, realizó una ímproba labor en cada una de las obras ofrecidas: Adagio para cuerdas (1740), de Tomasso Albinoni; Rapsodia sobre un tema de Paganini para piano y orquesta (1934), de Serge Rachmaninov; Huapango, de José Pablo Moncayo, y Sones mariachis, de Blas Galindo (obras contemporáneas en representación de México, país homenajeado), y Fantasía para piano, coro y orquesta (1808), de Beethoven, actuando el Coro Nacional, bajo la dirección de la maestra Digna Guerra, reforzado con las Cantorías que trabaja dicha coral, y el maestro Frank Fernández al piano.

El momento culminante del programa quedó en manos del maestro Frank Fernández. Se cuenta que cuando Rachmaninov tomó aquel tema de Paganini (el más grande virtuoso del violín en su época), compuesto de cuatro sonidos para desarrollar las variaciones que integran la Rapsodia, pensó que nadie más que él solo —fabuloso pianista de su época— podría realizar la obra. Las acrobacias pianísticas de la Rapsodia llevan al intérprete a subvertir el medio con el fin. Pero esta obra de genial elaboración técnica encierra, allá en el fondo, un caudal de contenido poético como si un jardín de bellas flores viviera oculto en un bosque enmarañado. Con su vasta cultura musical, su profunda sensibilidad y su amplio virtuosismo técnico, el maestro Frank Fernández nos llevó, esta tarde feliz, hasta aquel jardín escondido como un acto de mágica revelación artística. ¡Gracias, Maestro!

29/05/2002

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