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21/05/2002
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Lo que conmemoramos el 20 de mayo es un siglo de imperio en el mundo

Intervención del doctor Armando Hart Dávalos, director de la Oficina del Programa Martiano, en el acto político-cultural y ceremonia militar en ocasión del aniversario 107 de la caída en combate de nuestro Héroe Nacional José Martí, efectuados en el cementerio de Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba

A este altar sagrado de la Patria, símbolo imperecedero de la fidelidad del pueblo cubano al ejemplo y al pensamiento de José Martí, venimos, en el aniversario 107 de su ascenso a la inmortalidad, a constituir una guardia de honor permanente integrada por jóvenes destacados de las Fuerzas Armadas la cual se renovará sistemáticamente. Participarán en ella las nuevas generaciones: las de hoy, las de mañana, las de todos los tiempos. Honor inmenso para quienes velen junto al Maestro por cuidar y promover el mensaje de amor y solidaridad que representan su vida y su obra. 

"Las palabras pomposas son innecesarias para hablar de los hombres sublimes", señaló el Apóstol al rendir homenaje a los padres fundadores Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte. Martí lo era en el grado más alto que pueda concebirse como síntesis de sabiduría, amor, inteligencia, capacidad de acción, creación poética y generación de ideas políticas y sociales de alcance universal. Nadie alcanzó en tal alta escala esta síntesis de excepcionales virtudes humanas. ¿Cuáles son los fundamentos históricos del pensamiento de Martí y sus principales contribuciones?

La gran poetisa Gabriela Mistral lo definió como el hombre más puro de la raza. Desde su sensibilidad religiosa y poética, José Lezama Lima lo caracterizó como un misterio que nos acompaña. El fundador del movimiento comunista cubano, Julio Antonio Mella, llamó a estudiar el misterio del programa ultrademocrático del Partido Revolucionario Cubano, Cintio Vitier lo llamó un hombre interminable. Fidel Castro lo proclamó como el autor intelectual de nuestra Revolución.

La inmensa y contradictoria experiencia del dramático siglo XX, nos da la clave para comprender la naturaleza real del misterio. En Martí cristalizó la articulación de ciencia y utopía para forjar un pensamiento liberador de la conciencia humana de validez universal. Sus análisis acerca de lo que llamó la ciencia del espíritu, hechos espirituales y la utilidad de la virtud constituyen hoy, en el siglo XXI, temas esenciales para salvar a la humanidad de un colapso que pudiera ser definitivo. Se planteó la integralidad del mundo y la naturaleza. Con belleza poética expresó este pensamiento decisivo de su filosofía: Todo es hermoso y constante,/Todo es música y razón,/ Y todo, como el diamante,/Antes que luz es carbón. Había superado radicalmente la dicotomía entre lo que la civilización occidental llamó materia y lo que denominó espíritu. 

La cultura nueva por crear y desarrollar debe nutrirse tanto del movimiento de las ideas científicas de más de dos mil años de historia, cuya cúspide más elevada en el terreno económico social son Marx y Engels, como de la tradición del pensamiento utópico que tiene sus raíces en las ideas religiosas de las primeras etapas de la historia humana, y que en la llamada civilización occidental se expresó en el cristianismo. Ahí radica la cuestión filosófica más importante de esclarecer en el siglo XXI. El legado de Martí permitirá hacerlo.

Partiendo de la tradición cubana y latinoamericana, el Apóstol asumió los elementos esenciales de la cultura universal y los puso en función de los intereses de los pobres de la tierra sin excepción. Esta es una línea sustantiva en la historia de 200 años de combates latinoamericanos y caribeños a favor de la redención definitiva del hombre. En 1804, con la instauración de la primera república independiente de nuestra América, la de Haití, se inició el camino de la lucha por la redención social y política en el hemisferio occidental que solo puede concluir con el triunfo definitivo de la república moral de América con la que soñó José Martí. En el 2004, todos los hijos de la patria de Touissant Lovertoure, Simón Bolívar, José Martí y los forjadores de América debemos festejar, con toda dignidad, el aniversario de aquel acontecimiento esencial de la historia universal.

José Martí se proclamó discípulo y continuador de Simón Bolívar y es, precisamente en la cultura de la patria latinoamericana y caribeña, que El Libertador definió como nuestro pequeño género humano, dónde está la fuente de su enorme riqueza espiritual y las posibilidades, en el siglo XXI, de encontrar caminos que conduzcan a la solución de los graves problemas del mundo.

La historia de la Llave del Golfo en las dos últimas centurias, se halla en el corazón de esa cultura, y ella nos permite comprender con rigor y promover con amor las enseñanzas de Cuba y su Maestro. Estamos en el deber de investigar científicamente las causas más profundas de nuestra Revolución y el alcance que ella tendrá hacia el futuro. 

En el inmenso caudal cultural presente en el pensamiento de Martí sobresale la influencia recibida en especial en Cuba y en su estancia en España, México, Centroamérica, Venezuela y Estados Unidos. Esa visión universal le permitió analizar con rigor y amor los procesos que se gestaban en las dos últimas décadas del siglo XIX en el mundo y en especial en Norteamérica, que luego fueron decisivos para conformar la historia del siglo XX. 

Nadie estudió mejor que él la sociedad norteamericana en los finales del siglo XIX y los peligros que representaban para el mundo sus pretensiones hegemónicas; hizo el análisis en el propio claustro materno del imperialismo y señaló los gérmenes funestos que comenzaban en esa república su obra de destrucción advirtiendo acerca de los males que implicaban para Cuba, Nuestra América y el mundo, lo cual resultó dramáticamente real en el siglo XX. La esencia de esos gérmenes los apreció en la existencia de una economía orientada hacia el individualismo feroz y las limitaciones de la vida espiritual. Llamó al imperialismo por su nombre y expuso sus rasgos esenciales sobre sólidos fundamentos económicos, sociales, culturales y científicos. 

La radicalidad de su pensamiento revolucionario iba acompañado de un intenso y consciente humanismo en el tratamiento a los hombres y los pueblos de las metrópolis opresoras: Estados Unidos y España. Sobre este fundamento hizo una contribución singular al convocar a la Guerra Necesaria, humanitaria y breve contra el dominio español y, a la vez, no generar odio contra los que se oponían a este altísimo propósito. Esta es una contribución que debiera estudiarse en el mundo por aquellos que lanzan calumnias contra quienes aspiran a transformaciones radicales y también para los que se proponen alcanzarlas con procedimientos extremistas. La única manera de obtener un ideal superior es promover la cooperación y el respeto entre todos los seres humanos, así se es consecuentemente radical. 

Un siglo después de su caída en combate sobresalen las ideas pedagógicas de Martí encaminadas al mejoramiento humano, a exaltar el valor del trabajo vinculado a la enseñanza y a promover la facultad de asociarse que tienen los seres humanos.

Otra contribución importante del Apóstol cubano está en lo que llamamos la cultura de hacer política que supera radicalmente la vieja divisa reaccionaria de divide y vencerás y establece el principio de unir para vencer. Esto solo puede hacerse sobre fundamentos éticos de alcance universal y, por tanto, apoyando los derechos de los explotados y de los pobres, que constituyen la inmensa mayoría de la humanidad.

La república con todos y para el bien de todos que soñó el Maestro fue frustrada por la intervención intrusa de Estados Unidos en la guerra de Cuba cuando a una España exhausta material y moralmente no le quedaba más alternativa que pactar la paz y acordar la independencia para Cuba. Esa intervención, con la que se inaugura el siglo XX, nos trajo la república neocolonial fundada en 1902, que inaugura el imperialismo norteamericano a escala internacional. Y eso es lo que conmemoramos el día 20 de mayo: un siglo de imperio en el mundo.

Debemos destacar que la primera República de Cuba nació en 1869, en Guáimaro, y su primer presidente fue el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes. Ella mantuvo la llama del derecho a la independencia y a la igualdad entre los hombres hasta que se nos impuso, con la brutal presión de Estados Unidos, la Enmienda Platt y la subordinación a los intereses yankis. Hemos tenido, pues, tres formas de república: la República en Armas, fundada en 1869 en Guáimaro; la República neocolonial, fruto de la intervención norteamericana en 1902, y la República independiente, nacida del 1º de Enero de 1959, que se proclamó socialista en abril de 1961.

La idea martiana del equilibrio del mundo y la contribución que al mismo debe hacer la América bolivariana, están en el centro mismo de los grandes retos que tiene el mundo de hoy. Recordemos, pues, el mensaje del Maestro en su entrañable carta al amigo mexicano Manuel Mercado, inconclusa por su muerte:

"(...) ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con qué realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso".

La lección martiana que conserva plena validez para este nuevo siglo, se resume, por una parte, en este pensamiento que subraya el significado de nuestra Patria, situada en el crucero del mundo: Un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Asimismo en este otro que expresa la firme voluntad de defender nuestra obra al precio que sea necesario: ¡Antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera la Patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de ÁGUILA!

Con las enseñanzas de José Martí y de Fidel Castro luchamos y lucharemos por hacer prevalecer para la humanidad la fórmula del amor triunfante que proclamó nuestro Héroe Nacional y mantener vivas y enlazadas en la memoria histórica de nuestro pueblo las consignas de Independencia o Muerte de nuestros mambises, de Libertad o Muerte de nuestros combatientes contra la tiranía y las de ahora y para siempre Patria o Muerte. Patria es Humanidad.

21/05/2002

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