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21/05/2002
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Almacenes sostenibles

ORFILIO PELÁEZ

Foto: ARNALDO SANTOS Dicen con razón que un almacén mal organizado estimula el desvío de recursos, incrementa los costos, propicia la pérdida o deterioro de muchos productos y deja un sabor amargo en los clientes.

Quizás por eso, el ingeniero Manuel Torres Gemeil, especialista en Logística del Centro de Investigación y Desarrollo del Comercio Interior, haya dedicado más de un cuarto de siglo a la paciente labor de poner orden en el manejo de esas instalaciones, porque como bien afirma "por ahí la economía puede perder millones de pesos ".

La desaparición del campo socialista produjo en Cuba importantes transformaciones en la circulación mercantil, que influyeron en el manejo y almacenamiento de las cargas.

Cambiaron las nomenclaturas de los productos, el tamaño de los inventarios y hasta el número de rotaciones anuales, por tanto, los esquemas de trabajo y las tecnologías aplicadas en aquella etapa dejaron de responder a las nuevas realidades.

La llamada economía de almacenes o logística (un concepto más amplio de esa disciplina) asumió entonces el desafío de avanzar hacia nuevas formas de organización, cuyos propósitos esenciales apuntaban hacia el mejor aprovechamiento de las capacidades existentes y al logro de mayor eficiencia y eficacia.

SIN VARITAS MÁGICAS

Según cuentan los doctores Manuel Torres Gemeil y Héctor Conejero González, en 1989 y auspiciados por el Centro de Investigación y Desarrollo del Comercio Interior (CID-CI), emprendieron la primera etapa de una investigación dirigida a evaluar el estado general de los almacenes en el país.

Para ello diseñaron un novedoso sistema de clasificación, mediante el cual estos fueron ubicados en tres categorías: primero, segundo y tercer niveles tecnológicos, en Economía de Almacenes. 

La inclusión de los almacenes y las empresas dentro de cada una de ellas obedeció al cumplimiento de un grupo de acciones, entre ellas, el control de inventarios, clasificación correcta de la mercancía, uso de las unidades de medida, no tener productos bloqueados ni a la intemperie, colocar las cargas sin peligro de derrumbes, y tener precisadas las fechas de vencimiento.

De 1989 a 1999 fueron visitadas unas doce mil unidades en todo el país y de ellas, alrededor de 6 200 se incluyeron en el primer nivel, 2 800 en el segundo y más de 1 200 en el tercero, el más exigente en cuanto a requisitos.

Una vez conocida la situación real de buena parte de nuestros almacenes, el siguiente paso del singular estudio consistió en poner en práctica más de cien soluciones tecnológicas relacionadas con el manejo y disposición de las cargas.

Figuran en la relación aquellas vinculadas con el uso racional de los espacios y la conservación de los recursos, además de la selección adecuada de los estantes. 

Para la rápida aplicación de los resultados fueron creados en todas las provincias grupos de desarrollo especializados, los cuales contribuyeron a generar nuevos conocimientos, incentivar la creatividad y favorecer la asimilación de nuevas tecnologías.

OPORTUNA ALIANZA

Como subraya el ingeniero Manuel, el desarrollo de la economía de almacenes es una vía para perfeccionar el sistema de abastecimiento en el país, garantizar una ágil y segura distribución de los productos, y tener un control más eficiente de los inventarios.

Y por supuesto, afirma el especialista, solo el uso generalizado de los avances científico- técnicos posibilita una organización más racional de los procesos de manipulación, almacenamiento y transporte de mercancías, con una disminución de los costos.

Mucho se ha beneficiado la llamada logística de almacenes con esta investigación, que el pasado año 2001 mereció el premio anual de Innovación Tecnológica, entregado por la Agencia de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. 

Solo la aplicación de estos resultados en el MINAZ, MINAGRI, MICONS y otros organismos, ahorró al país en la última década varios millones de dólares por concepto de unas mil naves dejadas de construir.

También hay mejor control de los inventarios, el trabajo en los almacenes está más humanizado y el tiempo empleado en el proceso de localización, transporte y entrega del producto al cliente se ha reducido de manera notable, amén de la capacitación de más de 10 000 obreros, técnicos y especialistas.

Por supuesto, todavía queda bastante trecho por andar, sobre todo en lo referido a la ocurrencia de pérdidas a lo largo del ciclo de rotación de una mercancía, pero sin duda, la ciencia y la tecnología han sentado las bases para disponer en un futuro no muy lejano de almacenes verdaderamente eficientes y sostenibles.

21/05/2002

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