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19/05/2002
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Para romper el silencio

En una comunidad de la geografía insular, ubicada a los pies de elevadas montañas, Boca de Jauco, nuevos programas de la Revolución amplían las perspectivas de niños y adultos, al tiempo que reaniman la vida allí

HAYDÉE LEÓN MOYA

MAISÍ, Guantánamo—  Ni siquiera lo que la naturaleza les niega a sus habitantes, ha impedido un vigoroso renacer que, como monumento de la obra revolucionaria a favor del montuno, se alza imponente en una comunidad serrana situada casi en la punta de la Isla.

Foto: ALBERTO BORREGO ÁVILA
La escuela primaria Félix Varela, de Boca de Jauco, se ha convertido, junto a las demás, en importante centro de promoción de los conocimientos en esta comunidad serrana, ubicada casi en la punta oriental de la Isla.

En Boca de Jauco, Maisí, no es extraño que hoy mismo, al atardecer, los pescadores abandonen el viejo espigón de madera, desde donde por muchos años han visto arribar desmanteladas embarcaciones que en caravana arrojan a la orilla la desesperada tristeza de cientos de emigrantes haitianos, y se vuelvan al pueblito junto a los demás, a continuar lo que llaman la otra vida allí en ese extremo del verde caimán, donde habitan poco más de 300 personas.

Si bien tiene privilegiada ubicación entre el mar y las montañas, Boca de Jauco es una de las llamadas zonas de silencio de la región adonde no llegan las señales de la televisión ni ha sido posible aún beneficiarla mediante el Sistema Electroenergético Nacional.

Pero renace a la luz de nuevos programas de la Revolución que tienen la virtud de no tener fronteras, como no la tuvieron tampoco otros gracias a los cuales se edificaron consultorios médicos, escuelas primarias, centros económicos y sociales, hasta entonces ausentes. 

Dice Dionisio Samón Romero, un maisiense que estudió en un curso emergente, luego se graduó de Licenciado en Educación Primaria y actualmente es el director de la escuela Félix Varela, que los nuevos aires allí han convertido a esos planteles en centros promotores de conocimiento, tanto para niños como para adultos, rompen el silencio de la zona y permiten ampliar las perspectivas de sus gentes.

Al filo de las cinco de la tarde de un día en que el sol todavía daba vivas señales de existencia llegamos a Boca de Jauco; nuestra mayor sorpresa fue encontrarnos una comunidad en pleno movimiento: en las aulas de la Félix Varela, primer centro de su tipo en la provincia en alcanzar la condición de Martiano, remodelado y acompañado de una confortable edificación para vivienda de los maestros, unos pocos alumnos y sus educadores dejaban organizado todo para el próximo día y alrededor de los bien cuidados jardines, una algarabía tremenda de niños uniformados jugando a "la rueda rueda...".

José Enrique, joven de 34 años, obrero de una planta de beneficio de café, y otros del lugar acabados de llegar del trabajo, con sus escobas de palma, limpiaban el frente de sus casas nuevas, surgidas hace apenas un año tras el empuje del movimiento popular de construcción de viviendas que le ha dado ya a esa comunidad serrana más de 60 hogares muy confortables, de casi 120 que sustituirán en el sitio a las pocas casitas de guano y tablas que quedan por allí. 

La vista se pierde entre la gente y las nuevas casas. Una noble bestia viene por la loma que es necesario escalar para estar ya en la explanada que ocupa la comunidad de marras, trae encima a un hombre delgado, con un sombrero casi hasta las narices, saluda y sigue... Él lleva unos casetes de video en las manos, y se va rumbo a un local que se eleva más allá de la escuela.

Y de pronto Ismaelito, un niño de sexto grado, con la piel tostada por ese sol implacable de la costa, me sorprende...

—Ese que va allí en su caballo, trae los casetes que se graban allá abajo, donde sí hay corriente eléctrica, con las Mesas Redondas y otras cosas para verlas ahora, porque la televisión se ve aquí muy mal, y además no hay electricidad, pero sí muchos aparatos que dan electricidad... y ¿qué les trajo a ustedes por acá?, pregunta.

Precisamente ustedes, respondo. E inmediatamente le interrogo:

¿Qué te gustaría ser cuando seas más grande? Y me deja estupefacta con la respuesta:

Yo quiero ser como Hassán, que cuando habla tira duro y sin parar, como una ametralladora de ideas para acabar con los que no quieren vernos felices. Dice el maestro que tengo que aprender mucho, y que para eso tenemos ahora tantas cosas en la escuela, ¿quieres verlas?...

Los paneles fotovoltaicos, los aerogeneradores, le "roban" al sol un poco de su energía y la acumulan para dar a estas gentes la posibilidad de estar informadas y a ello ayudan mucho los cinco centros educacionales del lugar, dotados de computadoras, televisores y videos, lo cual se complementa a nivel de la comunidad con la existencia de cuatro salas de televisión de que disponen.

Fui testigo de que son muy bien utilizadas estas salas, del agradecimiento de quienes no están olvidados y mucho menos al margen de lo que va aconteciendo en el resto del país; por ello agradecen poder ver, aunque sea después de efectuadas, las Mesas Redondas y las Tribunas Abiertas, o las clases de Geografía e Historia en Universidad para Todos.

Así, con la alegría de las casas nuevas, la escuela revolucionada y otras tantas motivaciones, Boca de Jauco vive y crece, y rompe todos los silencios posibles.

19/05/2002

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