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07/05/2002
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Desde Paraguay

Conocí lo que es un médico

Texto y foto: IFRAÍN SACERIO GUARDADO

¡Ahora sí conocí lo que es un médico! Así me dice, a manera de saludo, la enfermera paraguaya María Elena Martínez, quien lleva 10 años en el centro de salud General Bruguez, comunidad del Gran Chaco, donde los médicos cubanos han escrito una historia de consagración y humanismo, desinterés material y solidaridad humana.

"No teníamos por acá permanencia de profesionales. Algunos de Argentina y otros de Paraguay venían de vez en vez a consultas y había que pagar sumas de dinero que muchos chaqueños no podían. Desde que llegaron los cubanos todo ha sido distinto. Se atiende a los enfermos lo mismo de día que de noche, lo mismo un sábado que un domingo, y además se realizan trabajos preventivos de vacunación y encuentros con la población. Esa, en mi opinión, debe ser la actitud de un médico, que es lo más importante por lo que representa para la vida de las personas..."

Desde hace dos meses, el camagüeyano Alejandro Fernández Echevarría presta sus servicios en este vecindario, distante 200 kilómetros de la capital, Asunción. Al lugar se llega en ómnibus que aquí llaman colectivo, con capacidad para 25 personas sentadas, aunque una gran parte del interior se emplea en el traslado de bebidas y alimentos, a repartir por las diferentes despensas de la zona (comercios particulares). Como en todas las comunidades del Gran Chaco, el recorrido es por inaccesibles senderos bordeados de bosques y terrenos estériles. El vehículo parte de Villa Hayes, pueblo cabecera del departamento que agrupa a toda la jurisdicción chaqueña. Si llueve, no es posible seguir viaje. Con la caída de una simple llovizna el traslado nuestro hasta ese lugar demoró seis horas.

Alex, de 35 años, es muy tratable. Con rigurosa seriedad en su quehacer profesional, siempre tiene una sonrisa a flor de labios, la frase apropiada a cada paciente y el consejo oportuno para prevenir enfermedades.

"Mi primer caso al llegar aquí fue precisamente una de mis enfermeras, Blanca Melgarejo, con 32 semanas de embarazo. Le llevé el proceso hasta que parió satisfactoriamente el segundo hijo, a quien ahora le doy seguimiento en su desarrollo. Todas las mañanas damos consultas. Igual por las tardes, aunque después del mediodía los lugareños disfrutan de lo que ellos llaman " siesta paraguaya", y solo vienen a verme en caso de urgencia. No obstante, los visito para interesarme por el estado de salud general de la familia, a la vez que aprovecho y hago la labor de prevención, que es lo más esencial en estos asentamientos, donde, en muchos casos, las mujeres están acostumbradas a tratarse con parteras empíricas. Llevamos control de todo y —sin enfrentamientos— conciliamos acciones en aras de que la atención a la embarazada sea la idónea.

"Un día, estando en Villa Hayes, un muchacho llevó a su hermana de 20 años para que le viera un aumento de volumen que tenía en el cuello desde hacía mucho tiempo. Ya la habían atendido varios médicos y el diagnóstico dado era que se trataba de problemas nerviosos. Le indiqué una ecografía y el resultado fue una imagen quística calcificada. Va a ser intervenida quirúrgicamente". 

Muchos son los criterios favorables que hay sobre los servicios del doctor cubano y de su influencia en la comunidad. El enfermero paraguayo Miguel Ángel Martínez se refiere a él con frases idénticas a las de su colega María Elena. "Los mil 100 habitantes de General Bruguez y sus barrios colindantes tienen al médico que tanto necesitaban", dijo al periodista.

Para Alex esa es la mayor gratificación. En los atardeceres, recorre las casas del poblado, comparte con los chaqueños el imprescindible tereré, una especie de cocimiento que se consume en pequeños recipientes de tarro, mediante el uso de una boquilla de me-tal. Según la tradición son hierbas medicinales para contrarrestar el intenso calor. Por las mañanas le dan el nombre de mate y se ingiere con agua caliente.

Las noches son también de trabajo. Y de meditaciones. Revisa una y otra vez los dibujos recibidos desde Camagüey, de su pequeño Jonathan, de seis años, y en esos instantes vienen a su mente la imagen de Gabrielita, su otra pequeña hija, que aún no ha cumplido los tres años, y de sus queridos padres (es único hijo). Ese es el mayor estímulo, el saber que allá no existen los problemas de acá y que él cumplirá durante dos años esta honrosa misión y regresará con la satisfacción de haber contribuido a la salud y vida de muchos seres humanos.

07/05/2002

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