Nacionales
Internacionales
Culturales
Deportivas
26/04/2002
Portada de hoy

Gran Duquesa de Luxemburgo

Reencontrar la cubanía

GABRIEL MOLINA

La Gran Duquesa de Luxemburgo se encontró a sí misma al recuperar la semana anterior sus raíces en La Habana.

La cubana María Teresa Mestre Batista pasó 15 días en el país donde nació el 22 de marzo de 1956, pero que no conocía, pues su familia se la llevó a Nueva York junto a sus tres hermanos, con apenas cuatro años de edad, al instaurarse el poder revolucionario. Seis años después se establecieron en Ginebra.

La soberana de Luxemburgo (al centro, sonriente) con sus parientes en La Habana.

Desde el 7 de octubre del 2000, Mestre se convirtió en la primera soberana latinoamericana de una monarquía europea, junto a su esposo el Gran Duque Henri, jefe de Estado de Luxemburgo, país miembro de la Unión Europea con una superficie de 2 586 km2 y 441 300 habitantes. Es considerado el mayor centro financiero europeo y cuarto del mundo, con un PIB per cápita de 39 600 USD. El jefe del gobierno es el Presidente.

María Teresa y Henri se conocieron cuando eran estudiantes en Suiza. Se dice que ella no conocía su identidad al principio y que la supo al encontrarse con él de modo casual, vistiendo uniforme de gala en el aeropuerto.

"Es una historia muy bonita", dice sonriendo, pero no es verdad. Lo cierto es que en su primer año en la Universidad (1975), él vino a casa de unos españoles muy amigos de sus padres en Ginebra, que a la vez son muy queridos por mi familia.

"Ellos fueron los que me presentaron a mi futuro marido y me pidieron que lo ayudase en lo que pudiera. Lo traté de ayudar en la documentación necesaria para estudiar Ciencias Políticas y comenzamos a estudiar juntos."

Se casaron el 14 de febrero de 1981, Día de los Enamorados, y han tenido cinco hijos, una tradición familiar en los Duques de Luxemburgo.

Al pasar Henri de heredero designado a Gran Duque, María Teresa se sintió libre de asumir la decisión de viajar a Cuba con toda libertad y su marido fue el primero que le insufló confianza: Tienes que volver a tus raíces. Debes hacer sola este primer viaje y reencontrarte sola a ti misma. Yo te acompañaré en otro en el futuro.

La Gran Duquesa no conocía a varios familiares que tiene aquí, entre ellos los escritores Natalia Bolívar y Pedro Álvarez Tabío y sus respectivas descendencias. Avisó que venía a La Habana.

Atractiva en sus 45 años, resultó ser una cubana tanto de figura como de humor y alma. De una increíble sencillez. En nuestro encuentro nunca mencionó que es Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO y Doctora Honoris Causa en la Universidad Seton Hall.

Le pregunté por qué venir a un país que prácticamente no conoció y relató cómo, después de la muerte de su madre, hace unos 15 años, y de su padre, hace 10, se hizo más fuerte el anhelo de volver a sus raíces.

"Eso es algo que ha ido creciendo, creciendo, creciendo. No ha sido un razonamiento. Ha sido una cuestión de sentimientos, llegó un momento en que la llamada fue demasiado fuerte y fue surgiendo el deseo de volver a encontrar a mis padres a través de su historia, a través de todo eso que ellos vivieron. A través de todo en lo cual nos educaron."

El historiador Guillermo Jiménez, presente en la entrevista, y autor de un libro sobre la burguesía cubana, le brindó interesantes datos históricos sobre los lazos de la familia.

"Ese sentimiento comenzó porque toda familia cubana, dentro o fuera del país, añora sus raíces. Es la cubanía, es crecer hablando de Cuba, pensando en Cuba, llorando a Cuba, comiendo cubano, es vivir cubano", manifestó María Teresa.

La soberana de Luxemburgo no recordaba nada con claridad. Sus padres trataron de que no tuviese nostalgias, pero el ambiente de la casa lo provocó, a pesar de ese esfuerzo filial. A pesar de haber recibido su educación escolar mayormente en Suiza, en inglés y francés, habla perfectamente el español aprendido en el hogar, sin acento que no sea criollo. Después aprendió luxemburgués, alemán e italiano.

Las expectativas que tenía al venir fueron más que satisfechas. La primera parte del viaje lo hizo en La Habana, paseando muy libremente por todas partes, por avenidas, calles y callejuelas. Estuvo con sus acompañantes en la Catedral de La Habana.

Viajó después a Santa Clara y a Remedios. Se encantó en la cayería de los Jardines del Rey con una playa virgen, "la más linda que he visto en mi vida". Visitó Trinidad y regresaron a La Habana, pues su hijo el príncipe Félix, de 17 años, debía reportar a la escuela y partió con la hermana de María Teresa. Conoció Pinar del Río y algo más de La Habana, con el príncipe Luis, su hijo de 15 años, quien dice sentirse cubano y le gustaría vivir aquí.

Además de los dos que vinieron, los duques tienen al heredero de 20 años, Guillermo, quien por ley está pasando el servicio militar; Alexandra, de 11, y Sebastián, que cumplió 10 este 16 de abril, el mismo día que 47 su padre.

Durante unos 42 años creció oyendo hablar de La Habana y de su identidad nacional, pero sin saber exactamente adónde pertenecía. Un cierto desarraigo que crea desequilibrio. Ahora se percata: "De repente me he dado cuenta que pertenezco a una tierra en el mundo que puedo llamar mía, y a una gente con la cual me identifico de verdad totalmente."

 

26/04/2002

Subirtop.gif (129 bytes)

Portada de hoy