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23/04/2002
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Acotaciones

Las puertas de Sartre

AMADO DEL PINO

EL DESTACADO dramaturgo y director Pepe Santos ha centrado su atención en los clásicos del siglo XX. Ahora puede verse, en el Centro Brecht, El infierno nuestro de cada día, a partir de A puertas cerradas, un texto de Jean Paul Sartre.

En esta obra el gran escritor francés indaga en los resortes más íntimos del ser humano. La vocación social es menos evidente que en La ramera respetuosa, el título más conocido de Sartre como autor dramático. Santos enfatiza las contradicciones humanas en el argumento y desdeña un tanto la reflexión existencialista sobre el sentido de la posteridad y de la muerte. La dramaturgia resulta certera y cuidadosa, aunque en los minutos finales se insiste demasiado en la idea que da nombre al espectáculo.

Con una estructura circular y un sobrio pero intencionado diseño de escenografía y de vestuario, el director logra un juego escénico que va de lo sutil a lo frenético. El uso constante de la banda sonora propicia el acercamiento a las referencias culturales de nuestro aquí y ahora. La relación entre los personajes y los objetos está resuelta con profesionalidad y buen gusto. Pepe ratifica su vocación por las telas y las piezas escultóricas, que en varios de sus montajes adquieren una relevancia especial.

Estamos ante un teatrista que se ha caracterizado por ser un perenne formador de actores. Ahora comprobamos un sustancial salto interpretativo en Alberto Osorio. El joven teatrista, de formidables condiciones físicas y vocales, ha ido madurando en la proyección de su voz y el manejo de las emociones. Gretel Roche —en los últimos años conocida más por su labor para los niños— sostiene el ritmo de la puesta con su singular carisma y derrocha temperamento dramático. Lástima que, por momentos, exagere las situaciones risibles y ponga al montaje en peligro de alejarse de Sartre. Por su parte, Annieye Cárdenas se impone con su limpia gestualidad, pero deberá matizar, aún más, las complejas transiciones de su personaje.

Mención aparte merece la presencia en el elenco de Jorge Ferdecaz. Este intérprete entró por la puerta ancha a la escena cubana con Bartolomé sin casa, un unipersonal escrito y dirigido por Santos. Varios años después, y tras interesantes experiencias en otros colectivos y ante las cámaras, Ferdecaz borda una caracterización rica en sutilezas. Transita con precisión de lo paródico a lo coloquial; de lo ligero a lo conmovedor.

El grupo Jueguespacio ha dado otra prueba de su vitalidad. Este crítico los felicita y sigue esperando por el regreso del Pepe Santos dramaturgo. Esta vez el diálogo con Sartre ha logrado despertar el interés y hasta el aplauso.

 

23/04/2002

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