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del lenguaje Celima Bernal • Los tiempos verbales suelen jugarnos malas pasadas. Ahí les va un ejemplo: Desde hace muchos años, me acostumbré a la idea de que soy una vieja. Al principio fue difícil; pero lo logré, y aunque los jóvenes piensen que miento, llegué a admitirlo con esa mansa conformidad con que se acepta lo inevitable. Sin embargo nunca antes me golpeó la realidad como ayer. Ni espejos desconsiderados, ni achaques constantes, ni siquiera la cara de angustia de los amigos de la adolescencia, al verme; ninguna prueba tan convincente como esa pregunta de una ex alumna que me encontré en la calle: "¿Usted no era Celima Bernal?"
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