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Temas beisboleros Emergentes... ¿efectivos? SIGFREDO BARROS Noveno inning. Juego empatado a una carrera. Hombre en segunda que representa la victoria para el equipo local. En turno un bateador débil, de poco average. ¡Tiempo! Un hombre escoge su implemento en la batera y se encamina al home. El pitcher lanza... ¡Cracc!, línea de jit al left, el corredor dobla como una exhalación por tercera... se barre en el plato... ¡Quieto!
¿Cuántas veces habrá usted presenciado esta escena en un estadio de béisbol? El martes 16, por ejemplo, el emergente Ernesto Martínez le dio la victoria a Holguín con un oportunísimo indiscutible a la banda izquierda, con el cual dejó al campo al Habana, cuyo lanzador, el zurdo Raúl Valdés, había trabajado de forma brillante hasta ese momento. Los emergentes se utilizan desde que el béisbol nació. Pero, claro, no como lo conocemos actualmente. En los años 1870 un jugador no podía ser sustituido por otro sin el consentimiento del equipo contrario, pero poco después un pelotero podía entrar al juego con solo gritarle al árbitro, práctica que quedó interrumpida cuando un señor llamado Mike "King" Kelly, sentado en el dugout, vio que una pelota bateada de foul estaba debajo de su cabeza, gritó ¡estoy en juego! y la atrapó, lo cual motivó —como se podrán imaginar—, una sonora protesta del equipo al bate. Más de una vez este tema ha sido abordado de una forma o de otra, pero siempre bajo la misma óptica: los emergentes tienen una gran importancia en el juego, pero es imposible tener hombres en el banco listos para empuñar un bate en una situación difícil (lo cual es la principal condición de un sustituto a la ofensiva) sin el necesario acondicionamiento antes del juego. No solo los regulares están obligados a estudiar al lanzador rival, sino también los que, en un momento crucial, salen a buscar una conexión decisiva o salvadora para su causa. Desgraciadamente, esta máxima no se cumple en nuestro béisbol. Con la inapreciable ayuda de dos técnicos del CINID que ya ustedes conocen, José Lázaro Barral y Mario Pérez Fernández, nos dimos a la tarea de buscar las estadísticas individuales y colectivas de los emergentes utilizados hasta el 11 de abril, con más de 60 juegos efectuados. Y lo primero que saltó a la vista es el bajísimo promedio general de los bateadores emergentes, un anémico 226, con 179 jits en 793 turnos oficiales. Para colmo, la cantidad de ponches es superior a la de jits conectados, 209, lo cual es un reflejo de la mala preparación de los sustitutos en la mayoría de los equipos. Un conjunto sobresalió, Villa Clara, con un average de 373, gracias a dos hombres sumamente efectivos en ese rol, Hugo Morales y Yorkis la Rosa, con averages por encima de los 500. El resto oscila entre los 290 de Camagüey y el increíble 118 de los santiagueros, el peor de todos. Sin más, espero que estén complacidos y les aclaro que en la tabla que acompaña este trabajo se reflejan los mejores emergentes con, al menos, 8 turnos oficiales en esa función.
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