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12/04/2002
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La basura no es tan sucia

Trabajadores de la planta avileña de residuales sólidos, una de las dos con que cuenta el país, se empeñan en que el entorno esté cada vez más limpio

ORTELIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ

Imaginé encontrar mujeres desaliñadas y hombres marcados por el polvo y la suciedad. Sin embargo, varios recorridos por la planta avileña de residuales sólidos urbanos, una de las dos con que cuenta el país, me permitió reafirmar que la basura no es tan sucia como muchos piensan.

El trabajo en la línea de selección lo realizan, fundamentalmente, mujeres.

Esta entidad nació "jorobada", como resultado de varios tropiezos en la ejecución, marcada por inestabilidad en los envíos de recursos que hacían falta a pie de obra y por atrasos con la llegada de otros componentes. Aún hoy, las filtraciones delatan las deficiencias más visibles que quedaron luego de terminada la construcción civil.

Foto: NOHEMA DÍAZ MUÑOZ En primer plano Pedro Julio, Eleodel y Víctor en plena faena.

Sin embargo, desde que comenzó a andar en octubre pasado, los más de 50 trabajadores de la entidad se propusieron enderezar —y lo lograron— todo lo torcido, con la agravante de que en el país solo funcionaba una planta similar en la provincia de Holguín. Así que no había muchos lugares de donde sacar experiencias.

Con una tecnología de avanzada para el procesamiento de residuales, hoy la planta tiene un gran protagonismo en el saneamiento de la ciudad de Ciego de Ávila, en tanto todos los días llegan poco más de 25 toneladas de residuales urbanos, aunque en verdad cuenta con una capacidad para procesar en esta etapa inicial hasta 60, cifra que podría elevarse a las 108 programadas, si hubiera más estabilidad en los envíos y mayor conciencia por parte de la población a fin de recoger los materiales que pueden ser reciclados.

Adelkis Bonilla Morales es una de las fundadoras y trabaja en el transportador de selección, donde lo hace la mayoría de las féminas. Ella ha rotado por casi todos los puestos de trabajo y sabe lo útil de la labor que realiza. Todavía tiene bien claro en la mente aquellas largas jornadas, cuando fue necesario redoblar los esfuerzos en bien del saneamiento de la ciudad.

"En aquellos días entrábamos bien temprano —asevera— y no teníamos horas para marcharnos, aunque aquí un día es muy parecido a otro."

Desde que la planta de residuales comenzó a mover los cuatro transportadores, en octubre pasado, ha procesado 1 800 toneladas de basura y envió 80 de papel y cartón para las papeleras Pulpa Cuba, de la provincia de Sancti Spíritus; Damují, en Cienfuegos; y a la fábrica de tejas infinitas, de Camagüey.

Raúl Reyes Hernández, director de la nueva empresa, dijo que también recuperaron 20 000 envases plásticos, 35 000 frascos y 215 toneladas de acero, entre otros productos.

Asegura que la principal dificultad que enfrentan es la falta de desechos para procesar, pues según estiman los especialistas, la ciudad de Ciego de Ávila tiene un índice de generación de 0,3 kilogramos por habitante, inferior al promedio nacional y por debajo ahora de la cifra que arrojó el estudio de factibilidad realizado en la ciudad, previo a la construcción de la planta.

De cualquier manera, buscan las más insospechadas alternativas para elevar los niveles productivos, desde un cobertor fabricado por los innovadores del centro en el transportador de rechazo para evitar que el aire riegue la basura, hasta la llamada brigada de acero, el alma de la planta, según el criterio de muchos.

HOMBRES LEVANTAN TONELADAS

Cuando el sol golpea desde lo más alto del cielo, tres hombres levantan, pedazo a pedazo, los hierros que después sumarán toneladas. Sin otro medio que sus brazos, desafían las fuerzas de gravedad y los tiran sobre la carreta.

Desde temprano están en el vertedero de la ciudad, adonde llegaron después de enterarse que allí iban a descargar un viaje de hierros viejos. "Nosotros buscamos la manera de enterarnos el lugar donde descargarán cualquier viaje. Siempre pensamos que algo se puede aprovechar", aseguraron a este reportero en medio del olor desagradable que provocan los desechos.

Pedro Julio Peña Rivero, un hombre acostumbrado a los trabajos difíciles, como cuando era internacionalista en la República Popular de Angola, es uno de los tres que anda detrás de lo que todos consideran "la carga más preciada".

"Sabemos —afirma— que la chatarra de acero tiene buen precio en el mercado, incluso mucho mayor de lo que valen los demás materiales que comercializamos. Eso basta para saltar por encima de cualquier obstáculo."

Eleodel Pérez Rodríguez y sus más de doscientas libras de peso no se resisten a la carga pesada. Por su actitud, hace unos días fue seleccionado joven ejemplar y en breve le iniciarán el proceso de ingreso a la UJC.

"El pasado mes de marzo tiramos más de 75 toneladas y en febrero, cuando la campaña de saneamiento, llevamos 122 a la planta, con la ayuda de otros compañeros; pero en verdad la mayor parte del tiempo nosotros tres somos quienes nos pasamos las jornadas junto a los hierros."

Para Víctor Rivero Pérez lo más significativo es el esfuerzo que deben realizar, con elementos tan pesados que a veces tienen que auxiliarse con el hidráulico del tractor. "Hace unos días estuvimos casi toda la mañana para cargar una cama de un camión. Al final, logramos subirla."

"El esfuerzo es grande —remarca Pedro Julio—, pero la atención es buena, igual que la alimentación, y los pequeños tropiezos los vamos resolviendo en el camino. Lo más importante es levantar el acero donde esté y llevarlo a la empresa."

Con esta decisión, que es la misma de todos los trabajadores, nadie pone en tela de juicio que árbol que nace torcido su tronco puede enderezar.

12/04/2002

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