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12/04/2002
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Universidad Popular Comunitaria

Timba sin guapería

La Asociación de Pedagogos de Cuba lleva al barrio aquellos temas que la comunidad prefiere, en un universo amplio de intereses y expectativas. En La Timba, ubicado en el municipio capitalino de Plaza, la experiencia resultó una vuelta hacia sí mismo

IRAIDA CALZADILLA y YANITZA DÍAZ

La Timba cambia el rostro. 

Dice Mayra Regla que ella se ha desprendido de la agresividad; Felo, del rencor; Celia, de la mala forma; Dulce, de la timidez; Caridad, de dolores; Santiago, de una rosa imposible aferrada al corazón; Maité y Maritza, del miedo escénico; Freddy, de preocupaciones; Concepción, de la impulsividad; Lucía, de los gritos; y Yusimí, de los celos.

Si otra vez la profesora Ana Rosa Padrón les preguntara qué escultura quisieran modelar con sus cuerpos, los símbolos andarían por la paz, el amor, los hijos, los pensamientos, el trabajo, la victoria, la salud, el abrazo del futuro, la tercera edad, la comprensión, la alegría, la maternidad y la honestidad. 

UNIVERSIDAD EN LA TIMBA

Una amiga que allí vive asegura que no quiere lugar más tranquilo. Y aunque la afirmación me parece exagerada, tampoco la desestimo porque lo cierto es que la gente quiere deshacerse de malas referencias y empezar a construir un nuevo modo de vida alejado de agresiones, de alcoholismo, de desandar por las calles matando el tiempo sin provecho.

Cualquier edad es buena para aprender.

Elena Martínez, una promotora entusiasta de todo cuanto pueda ser bueno para su comunidad, cuenta que Nuevo Horizonte es el proyecto de transformación integral que se desarrolla en ese barrio, enclavado en una de las zonas más concurridas de la capital cubana: el municipio de Plaza, y en el que en un diagnóstico realizado se detectaron dificultades con la vivienda, acueductos y viales, así como problemas de alcoholismo y su repercusión en fenómenos de violencia inter e intrafamiliar, unido a problemas medioambientales que perjudican el entorno.

Foto: RICARDO LÓPEZ HEVIA En redondel, sin que medie ninguna jerarquía, se desarrolla el intercambio.

En un hacer por que cada miembro de la colectividad sienta que puede reformar su propio mundo y hacer mejor el de los demás, ya han convocado a talleres sobre la mujer y los niños y, el más reciente, el de la Universidad Popular Comunitaria, auspiciada por la Asociación de Pedagogos de Cuba, centró las expectativas en la atención a los menores, adolescentes y jóvenes, el tratamiento familiar, resolver la agresividad, el alcoholismo y el tabaquismo y aprender a convivir, como deseo más absoluto de personas que se sienten en el borde de un nuevo comienzo con puertas abiertas al conocimiento y la cultura.

"Aquí sucedieron experiencias maravillosas porque no debemos subvalorar el saber acumulado en las personas sencillas y a veces sin mucho nivel académico, pues, cuando brota, es asombroso. Lo más importante fue lograr cubrir sus expectativas en el proceso de aprendizaje, de manera que asumieran defectos y virtudes con el propósito de mejorarse. Estos talleres que lleva al barrio la Asociación de Pedagogos de Cuba, a petición colectiva, pretenden, justamente, abarcar el universo de intereses de cada comunidad en particular, pues partimos de que todos los contextos son diferentes", explicaba la profesora Ana Rosa.

DESPUÉS DEL TALLER

Una vez a la semana, durante dos meses, más de treinta personas concurrieron en el horario de la tarde-noche a la Casa Comunitaria de La Timba y, sentados a la redonda, sin mediación de jerarquías de ningún tipo, jóvenes y menos jóvenes asistieron a la magia de la comunicación, en un ambiente participativo, donde fueron develándose desprejuiciadamente.

El día de júbilo final, con la entrega de los diplomas, estuvimos para conocer qué había dejado de sedimento la Universidad Popular Comunitaria. Y, con justicia, hay que ser valientes para confesar los propios errores, buscando "eliminar lo malo que teníamos e incorporar cosas nuevas y buenas", como decía Celia Grillo.

"Aprendí a desaprender, porque en realidad no sabía tanto como quizás piensan las personas de edad por su experiencia. Suavicé términos que antes me salían muy fuertes", fue la lección de Oreste Fabelo. "Antes ni nos saludábamos personas que convivíamos en el barrio y ahora, al hacerlo, nos sentimos bien", manifestó Fe Esteban; y para Dulce María Castillo lo mejor es que "sacamos de la mente de muchas personas cosas negativas que llevaban dentro".

Melba Ruiz, jubilada, confesó que aprendió a abandonar resabios de la vejez y a dejar las enfermedades en casa; Santiago León consideró que ahora es más agradable y comprensivo en su trato con la gente; Sonia Moya logró, a partir de estos talleres, una mejor comunicación con sus hijos; Rolando Pino, tan serio, hoy se siente mejor en la colectividad; y María Regla William agradece haber dominado su impulsividad y agresividad y empezar a comprender que su hijo necesita ser más independiente.

Ya lo dijo Eglis Macola: "Después de la Universidad, la vida la vemos distinta y salimos de la rutina de la casa, de lavar, de pelear. Aprendimos a querernos un poquito más". 

Un voto a favor de la Asociación de Pedagogos por llevar a la comunidad el encantamiento de asumir la convivencia y ser personas más plenas. Y otro a La Timba, ¡vaya barrio habanero que busca mejor futuro!

12/04/2002

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