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05/04/2002
Portada de hoy

Artes plásticas

Si no fuera por Muñoz Bachs

VIRGINIA ALBERDI BENÍTEZ

Escribo de un hombre que se hizo imprescindible en la historia de dos manifestaciones artísticas, si bien interrelacionadas, con plena independencia expresiva. Escribo de Eduardo Muñoz Bachs desde la perspectiva de su decisiva presencia para el cine y la gráfica en nuestro país. Si no fuera por Muñoz Bachs, la gráfica cubana habría estado huérfana de una mirada incandescente, en la que la sencillez, la limpieza y la síntesis constituyen la punta de un iceberg que esconde una de las más fuertes cargas emotivas y comunicacionales de la plástica contemporánea insular. Si no fuera por Muñoz Bachs, el cine cubano estuviera menos acompañado no solo por lo que aportó como promotor de la producción y la programación fílmica, sino por el altísimo valor estético que entregó en cada uno de los carteles a su firma. 

Todo esto nos lo recuerda el ICAIC con una extraordinaria exposición, curada por Sara Vega, en sus predios de 23 entre 10 y 12. No solo están las producciones del artista, sino por primera vez los originales concebidos para la reproducción de su obra gráfica. Allí se ve cómo oficio y rigor sustentaron en su caso una imaginación lúcida, contenida y a la vez deslumbrante.

Un repaso de su cartelística y de su obra como dibujante y pintor —con notables correspondencias y préstamos entre una y las otras— nos lleva a fijar rápidamente algunos de sus hallazgos mayores: el valor del dibujo como fundamento del ejercicio gráfico, la precisión en la intencionalidad metafórica y la voluntad de integrar referentes vivenciales del espectador medio en el proceso de lectura de las imágenes. 

Las virtudes del dibujante Muñoz Bachs se hacen visibles y compatibles con las reglas del diseño como en ningún otro caso que se recuerde no solo en la cartelística del ICAIC, sino en general de la producción nacional de los últimos 40 años. Fue su dibujo portador de soluciones visuales aparentemente "ingenuas", pero siempre tocadas por una poesía sincera, muy próxima al corazón. Fue su modo de entender el diseño una continua apelación a las reservas espirituales del hombre, un permanente convite a la coparticipación emotiva. 

En la actualidad gráfica y del cine se echa de menos a Muñoz Bachs. Una exposición como la que ahora se exhibe debe ser mucho, pero mucho más, que un homenaje. Debemos tomarla como recordatorio de que la influencia estética de la gráfica que acompaña a nuestro cine, y a nuestra promoción de las artes en general, no puede caer en el vacío. Ese sería el mejor homenaje a Eduardo Muñoz Bachs.

05/04/2002

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