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![]() Bomberos en la ofensiva antivectorial Valor humano incalculable ALBERTO NÚÑEZ BETANCOURT
Ildelina Rodríguez, delegada del Poder Popular, le confiesa al muchacho: "Me tenías con el corazón aquí", al tiempo en que se toca el cuello con los dedos índice y pulgar. El joven esboza una sonrisa; su sencillez opaca todo el dramatismo del hecho; para él se trata de un acto como los tantos que asume muchas veces al año. Sin embargo, algo singular tiene la acción, "más que salvar a una persona, una familia, ahora valen todos los riesgos para garantizar la salud de los cubanos", expresa.
Desde la vecina La Habana Vieja —unidad ubicada en Corrales y Zulueta— han llegado combatientes del Cuerpo de Bomberos de rescate y salvamento al territorio de Centro Habana. Llevan alrededor de diez días trepando por las azoteas de edificios inhabitados por su mal estado constructivo. Un inventario minucioso reveló como total 162 tanques elevados de difícil acceso. De ellos, el teniente Oscar León Junco, al frente del comando, Eber Asti Sánchez y Julio César Prats han llegado a 118. Hoy trabajan en Cayo Hueso, el último de los cinco Consejos Populares de la demarcación. NO DEJARLE LUGAR AL MOSQUITO Para ser consecuentes con el trabajo integral iniciado el 12 de enero teníamos que llegar a todos los depósitos, apunta Alfredo Printe Novoa, jefe del Departamento Municipal de Vigilancia y Lucha Antivectorial en Centro Habana. Existen lugares de imposible acceso para nuestras fuerzas; por tanto, los depósitos localizados allí no podían ser controlados. Entonces, de los delegados del Poder Popular y el personal de la Salud surgió la idea de convocar a estos combatientes del cuerpo de bomberos, poseedores de profesionalismo, técnicas, medios y valor demostrado a toda prueba. De inmediato aceptaron el nuevo reto, era su aporte en la campaña intensiva contra el Aedes aegypti, relata el especialista. Desde luego, los miembros habituales de la lucha antivectorial no han estado distantes del desempeño de los combatientes. No pocos de sus colegas afirman que de esta, Reinier Jorler, el operario de control de vectores, sale bombero. Justamente el trabajo se complementa y cada parte aprende de la otra. Si bien el citado joven ha ganado conocimientos del hacer de los hombres dedicados al rescate y salvamento en su función de inspeccionar el tratamiento focal, los integrantes del MININT no se quedan atrás y hoy dominan cómo detectar un foco, las dosis idóneas del producto biológico, según la capacidad del recipiente. Ya sé distinguir las larvas a golpe de vista, cuenta Oscar. ALPINISMO HACIA LOS TANQUES De repente el combatiente Ebert se nos perdió de vista. Los dos primeros pisos los subió sin problemas por los restos de la escalera del inmueble. A partir de ahí comenzó el difícil ascenso. Con impresionante acrobacia alrededor de un tubo de hierro que antaño funcionó como respiradero gana la planta superior. Luego se desplaza por una viga hasta aproximarse a los tanques y quedar en firme; el trío de hombres, con una cuerda técnica, sube la escalera de asalto; Ebert la coloca de la manera más segura posible para luego fijarla con el gancho tipo pico de cotorra por la parte superior. Otra cuerda técnica se enlaza entre un sitio sólido del edificio y el mosquetón del cinturón del combatiente. Uno por uno alcanza casi todos los escalones hasta llegar al nivel de los tanques, a los cuales finalmente les aplica el abate. EPÍLOGO Cumplida la misión, mientras Ebert desciende con precaución, Ildelina, la delegada, se come las uñas y a Alfredo se le hace tarde para una reunión, pero dice que no se mueve de allí hasta que no lo vea en tierra firme. El valor humano de estos jóvenes es impresionante —coinciden todos los presentes, entre ellos curiosos que pasan por la céntrica calle Belascoaín y ante la fuerte realidad se quedan—. Entonces alguien comenta: Sí, dominan la técnica, pero no dejan de exponer sus vidas en favor de las de todo el pueblo. |
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