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27/03/2002
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Recuperación cafetalera

Yo soy el ingeniero de mi finca

De cómo la voluntad de un campesino empeñado en darle a la tierra el uso concebido por el Estado, hizo de un cafetal abandonado, una de las mejores fincas en usufructo existentes en uno de los municipios guantanameros mayores productores de ese importante rubro exportable

HAYDÉE LEÓN MOYA

EL SALVADOR (Guantánamo).— Para mostrar cuánto mal puede hacer el abandono al propósito de recuperar en las montañas la producción de café, Manuel Vega Cardona refiere un ejemplo comprensible:

Foto: JORGE GONZÁLEZEl Estado me dio estas tierras para sembrar café y eso haré, puntualiza Manuel.

Cuando era un muchacho, y ya usted ve que paso de los 40, por las mañanas abría la ventana de mi cuarto y me daba en la cara un aire que era puro aroma fresquito de las flores de café, o de ese meloso olor de la pulpa, en tiempos de recogida; los cafetales llegaban hasta ahí mismito, pegados a la casa. Ahora mire la "pelazón" que hay; para verlo hay que coger monte, ¡y cuidado...! y eso que yo vivo en estas lomas de Bayate, que es un lugar cafetalero por tradición.

Y lo dice con visible molestia este campesino que aprendió, tanto como para vivir de ello, el oficio de carpintero, y sin embargo hace 3 años decidió aceptar en usufructo una finca cafetalera en total abandono.
 Yo oi decir que iban a entregarle la finca al sector campesino de aquí, para autoconsumo, y me dije: es una lástima que cojan eso para cultivos varios porque ahí siempre se ha dado buen café y si no recuperamos esa producción los que nacimos y crecimos en estas lomas, ¿quiénes lo van a hacer? Y me propuse cambiar las cosas. Algunos pasaban y me decían: Concho, Mongo, te estás volviendo loco; no tienes necesidad, te defiendes con la carpintería; yo les contestaba: Si todos pensamos así, mis nietos conocerán el café solo por los libros, compay.

Decidido a demostrar que no siempre los intereses personales tienen que estar por delante, y que es elemental —dice— que si la Revolución, le ha dado, por ejemplo, posibilidad de estudiar a mis hijos, incluso a uno de ellos la aspiración de hacerse médico, yo no puedo permitir que en mi propia cara el Estado tenga tierra en esas condiciones; por eso me interné en la finca, tumbé monte como un loco y ordené las plantaciones. Al principio pensé que convertir de nuevo en cafetales productivos aquellos 7 caroes (tres cuartos de caballería) era una tarea, efectivamente, de locos.

Los bejucos tenían esto enmarañado —recuerda— y ya se habían perdido todas las matas de aguacate y zapote; búcaros y una matica de café por aquí y otra por allá era lo que había aquí, pero al mes y pico ya era otra cosa; lo primero que hice fue sellar , dondequiera que faltaba una mata sembré, teniendo en cuenta que fueran de la misma variedad.

Cuando esto comenzó a coger forma —cuenta Manuel—, vino un especialista de la Agricultura a principios de año y me dijo: tienes que ir al vivero a comprar las posturas que necesitas para seguir sembrando ahora . Y le dije: mire, compay, el ingeniero de mi finca soy yo, y aquí se va a sembrar café cuando tiene que ser, a partir de mayo, las cosas no se hacen a lo loco, el problema es que usted entonces saca la cuenta de cuántas posturas vendieron, pero no piensa en las que me van a nacer, este no es tiempo para sembrar, ahora hay que podar, regular sombra, limpiar, construir barreras vivas para que el suelo no se siga deteriorando, darle atención a las que están vivas. Eso de sembrar lo mismo en seca que en frío no va conmigo.

No es que piense —aclara— que no necesito asesoramiento, pero de ese tipo no lo acepto . Esa es mi ley, sabes, y no me ha dado malos resultados . Ya en la zafra que terminó recientemente entregué 400 latas de café oro, y hacía 5 años a esto no se le sacaba prácticamente nada.

Los aportes productivos, no solo en el renglón fundamental, sino en otros como malanga y plátano, con entregas de alrededor de 100 quintales para el consumo social, entiéndase, por ejemplo, centros educacionales y de la salud, y fundamentalmente por su disciplina técnica y agrícola en lo que es la razón de ser de esa finca: la recuperación del café, le merecen a Manuel gran prestigio entre los directivos de la Empresa Cafetalera de ese municipio, uno de los tres grandes en esa rubro exportable de la provincia.

Al propio tiempo, es considerado ejemplo de usufructuario, en tanto le da a la tierra el uso concebido y ha rescatado admirablemente las plantaciones de frutos tradicionales de la zona, como el aguacate:

Es cierto —comenta— que aquí se da muy bien la malanga, por ejemplo, y la escasez de ese renglón lo hace muy demandado y bien pagado, pero esta tierra se me dio para café, y para eso es. Hay quien dice que otros cultivos dan más plata, pero cuando analizas por qué lo dicen es porque creen que el café se da solo; yo he demostrado que si se le dan todas las atenciones que lleva, cuando las plantaciones están selladas, ese cultivo te deja bastante y es mutuamente provechoso para uno y para el Estado. Dentro de poco también podré aportarle a la Empresa aguacate, pues sembré y se están dando con tremendo vigor más de 300 matas de ese fruto.

También cultivo frijoles y otros granos —agrega—; a veces se me mete en la finca algún sinvergüenza de esos que no quieren trabajar, y me saquean algunas cosas, entonces es cuando yo echo más pa'lante, porque a mí nadie me desalienta. Yo dije que iba a recuperar estos cafetales, y lo haré, porque creo que tengo mucho qué hacer todavía para elevar los rendimientos. Le aseguro que a la vuelta de unos pocos años, cuando abra mi ventana volveré a embriagarme con el aroma del café, que lo tendré ahí de nuevo, pegadito a mi casa, como en los tiempos en que era yo un muchacho.

27/03/2002

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