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Trampas geográficas El Viejo Continente... ¿existe? Alexis Schlachter
Aparentemente todo esto es normal, inocente, sencillo. ¿Quién podría imaginar secretas intenciones en algo tan simple como llamar continente... a un continente? Tremendamente suspicaz habría que ser para pensar mal cuando se habla del Viejo Continente refiriéndose a Europa. Todo es tan claro, tan normal... Y sin embargo... Pongamos en el lector de discos compactos de la computadora a la famosa enciclopedia Encarta multimedia producida por la firma Microsoft, de Estados Unidos de América. ¿Quién podría dudar de tan notable producto cultural made in USA y en idioma español para mayor confianza en sus definiciones y evitar cualquier mal entendido? Vamos a comprobar qué nos dice esta enciclopedia electrónica acerca del "continente" europeo. Cito textual: Europa, uno de los seis continentes que constituyen la superficie emergida de la Tierra de acuerdo con la costumbre, aunque en realidad solo es la quinta parte más occidental de la masa continental euroasiática, compuesta en su mayor parte por Asia... Recordemos que un continente se define de manera muy sencilla como una gran extensión de tierra continua rodeada de océanos y mares. Entonces, si aplicamos el concepto geográfico al llamado continente europeo tendremos mares y un océano —el Atlántico— por el oeste... pero... ¿y hacia el este de Europa, qué masa de agua existe? Encarta nos da una sorpresiva información. ...los montes Urales, el río Ural, una parte del Mar Caspio y las montañas del Cáucaso forman la principal frontera entre Europa y Asia. Así que por el lugar por donde el Sol parece salir cada amanecer el "continente" llamado Europa tiene montes, ríos, montañas y hasta un lago (eso es el Caspio de manera oficial). No hay mares. Volvamos a releer la primera información que nos ofreció acerca del llamado continente europeo este modernísimo medio de cultura "made in USA". Primero, Europa es un continente... "por costumbre" y, en segundo término, realmente forma parte de una masa continental llamada Eurasia. Encarta no explica quién implantó la "costumbre" y bajo qué "encantamiento" la porción real de un continente gigantesco llamado Eurasia se convirtió "mágicamente" en uno independiente. La "costumbre" de llamar continente a Europa cuando en realidad es una península de Asia no tiene que ver tanto con la geografía como con la política. Es una sutil imposición geohistórica de los poderosos instalados en los gobiernos de la Europa, primero señorial, y más tarde, netamente capitalista. De aceptar que Europa es solo continuidad física de Asia, esta última incrementaría su importancia en todos los libros de texto, periódicos, revistas, telemisoras y radios del planeta. Simultáneamente, habría que hablar entonces de una comunidad humana euroasiática donde los hombres de piel blanca y aquellos de tez amarilla coexistirían en pie de igualdad. ¿Permitiría esto la prepotencia europea generada por siglos de dominación colonial en parajes de Asia, África y América? De ahí el surgimiento "inocente" de la "costumbre" de llamar continente a lo que, geográficamente, es solo una península, un apéndice terrestre de la gran masa continental. Y las enciclopedias no pueden evitar la contradicción flagrante. Otro tanto sucede con la denominación Viejo Continente. No hace falta buscar medios electrónicos para encontrar —multiplicadas hasta el infinito— estas dos palabras que, en definitiva, sustituyen a Europa cada vez que periodísticamente deba buscarse un sinónimo. ¿Y qué encierra este concepto? Pues una mentira elevada al cuadrado. Ni Europa es un continente, como acabamos de comprobar con ayuda de la propia Encarta de Microsoft, ni ese territorio es físicamente más antiguo que el resto de las masas terrestres. Esta hermosa y sugerente enciclopedia multicolor, que incluye impresionantes vistas de 360 grados, con actualizaciones inmediatas desde Internet sobre cualquier tema, dice claramente que existe una teoría probada en el año 1960 acerca del desgajamiento de los actuales continentes a partir de uno inicial llamado Pangea. Fue el meteorólogo alemán Alfred Wegener, en el lejano año de 1915, quien expuso la revolucionaria idea que dio respuesta a diversas interrogantes. Observe el lector un mapa donde puede apreciarse cómo América del Sur y África encajan casi perfectamente cual piezas de un rompecabezas gigantesco según los estudios de Wegener a los cuales hace referencia Encarta con lujo de detalles. Entonces... ¿de qué viejo continente se puede hablar cuando todos tienen similar período de surgimiento? ¿Qué se esconde en realidad detrás del calificativo inocente de Viejo Continente para Europa? Simplemente un hábil intento de engrandecer a Europa por la vía de la sugestión. Lo viejo sugiere sicológicamente: experiencia, conocimientos, cultura añejada y enriquecida por el paso del tiempo, en definitiva... superioridad. Tal intento subliminal se esconde detrás de dos "inocentes" palabras que definen el sinónimo de una península convertida por la fuerza del poder en un "continente. Europa, ni es continente aislado de Asia ni supera en edad al resto de las tierras emergidas. Y aquí invito al lector a meditar cuán necesaria es la cultura general e integral que nuestro país impulsa. Lo mismo en una enciclopedia electrónica moderna que en hermosos libros, acecha la manipulación de un mundo globalizado con etiqueta neoliberal. Recordemos a Martí. Ser cultos es la única manera de ser libres... |
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