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Misión médica en Paraguay Primera experiencia con los indígenas Texto y foto: Ifraín Sacerio Guardado Fue en la casa de los médicos de Villa Hayes, a principios de la llegada, cuando recibió el impacto inicial de la realidad paraguaya. Aún no lo habían ubicado y ya surgía la primera acción.
—Hay varios casos de tuberculosis en una zona lejana y es necesario que un médico cubano los atienda, dijeron de forma inesperada. —¿Cuándo hay que salir?, preguntó uno de los presentes, el más prieto de todos, un joven bajito, de sonrisa amplia y con un dejo medio gago en el habla. —Debe ser hoy mismo, lo antes posible, respondió el representante de la salud que solicitó la asistencia. A las cuatro de la tarde de ese día, el habanero Aldo Miguel Galarraga Coll partía en una camioneta rumbo a la comunidad La Patria, colonia indígena distante 600 kilómetros de Asunción, la capital. Durante el trayecto, que incluyó más de 100 kilómetros de terraplén, Aldo sentía la satisfacción de comenzar la tarea que lo trajo al país sudamericano. Meditaba en la importancia de su presencia en aquel lugar tan apartado, donde existía una enfermedad que él sabía cómo combatirla, pues para eso es médico, pero en la práctica nunca se había enfrentado a ningún caso en sus casi nueve años de graduado. En Cuba la tuberculosis dejó de ser un problema y está bajo control mucho antes de que él naciera, y ya tiene 32 años, cumplidos el 6 de diciembre anterior. A más de dos meses del hecho, el protagonista me cuenta la historia luego de concluir una charla sobre prevención de enfermedades, a los alumnos de la escuela de nivel medio Santa Teresita del Niño de Jesús, en la comunidad chaqueña de Nanawa. "Llegué al lugar a las 10 de la noche, extenuado, con mareos y tremendo dolor de cabeza. El termómetro marcaba 45 grados de temperatura. A esa hora vimos uno de los casos más críticos, un hombre de 32 años, que presentaba un alto grado de desnutrición, a quien fue necesario remitirlo con tratamiento a un puesto de salud bastante alejado, conocido como 25 Leguas. Estuve en la comunidad dos días y atendí a varios pacientes en delicadísimo estado. Allí, realmente, supe a qué debía enfrentarme en el transcurso de mi misión." Desde enero tiene la responsabilidad de asistir a poco más de tres mil personas residentes en lo que antes fue Puerto Elsa, hoy Nanawa, zona sin servicios médicos permanentes, pues solo recibía consultas de una doctora argentina algunas horas, dos o tres veces a la semana. "Atiendo a la gente en cualquier momento, aunque lo normal es que consulte por las mañanas y haga terreno por las tardes. En las visitas a los hogares aprovecho para el trabajo comunitario de salud, además de que tenemos un programa de charlas acerca de los riesgos del embarazo precoz, las enfermedades de transmisión sexual, la lucha contra el dengue, y otros temas. Lo hacemos periódicamente en la escuela de aquí, que tiene unos 150 alumnos adolescentes." Nanawa se ubica a 70 kilómetros de la capital. El río Pilcomayo la separa de Argentina. Es un pueblito de campo con viviendas típicas de Paraguay: paredes de tablas de palmeras o ladrillos, techos de tejas o zinc, encima de una cubierta de paja para contrarrestar el elevado calor. Sus moradores trabajan la ganadería en estancias apartadas, muchos comercian en las casas con diversos productos. El galeno cubano recibe el apoyo general. Los pobladores lo pidieron y ya se ven resultados en la prevención, en la atención prenatal, en la mortalidad infantil y materna, en la seguridad de que Aldo, el habanero de Luyanó, dejará positivos saldos de salud en esa parte del Chaco paraguayo. |
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