Sara Montiel: "Aquí estoy para lo que mandéis"

Iraida Calzadilla

Sarita Montiel parecía diva distante, atrapada en la barahúnda de cámaras y admiradores que fueron a homenajearla al Hotel Nacional de Cuba, instalación que le entregó, este fin de semana, la distinción de Huésped Ilustre y la llave de la Suite Presidencial, como símbolo de la trascendencia del otorgamiento.

A la cortesía se sumó el artista Cecilio Tejeiro, quien le regaló una joya de su creación "como homenaje y recuerdo de su estancia en La Habana"; Roberto Fabelo, a través del presidente de la UNEAC, Carlos Martí, le envió una muestra de su pintura "con admiración y cariño por ser un ángel de siempre"; y el escritor Miguel Barnet le prodigó encendidos y largos elogios.

Finalmente, vino el agradecimiento de la española y esa primera impresión de artista en escena quedó suplantada por la calidez de quien confiesa estar anonadada por tantas muestras de afecto y porque casi la matan de amor y de cariño en San Antonio de los Baños, el municipio habanero donde ha estado durante todos estos días, en visita familiar, y tan poco privada que la Isla entera anda enterada del regreso de La Violetera, luego de su visita en 1958: "No sé cómo pagarles todas las gentilezas, todos los aplausos. Aquí estoy para lo que mandéis".