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19/03/2002
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Sarita Montiel en La Habana

La actriz y cantante española, Sarita Montiel, uno de los íconos de la cinematografía iberoamericana, se encuentra desde ayer en La Habana, ciudad de la que guarda entrañables recuerdos.

Fue en la capital cubana donde por primera vez hizo televisión en 1958, cuando contaba ya con un considerable catálogo fílmico que incluía incursiones en México y Estados Unidos.

La Montiel llegó en aquella oportunidad rodeada de la aureola del éxito de El último cuplé, filme que en 1957 la marcó para siempre como el paradigma de la cupletera en el celuloide.

Ese sería su destino en varias películas que lograron un auténtico fervor entre los adictos al melodrama, como fueron los casos de La violetera (1958), Carmen la de Ronda (1959), Mi último tango (1960) y La reina de Chantecler (1962).

Su primer contacto con el cine, cuando todavía no era Sara Montiel, fue en 1944, a las órdenes de Ladislao Vajda en Te quiero para mí. El nombre artístico adoptado entonces era María Alejandra. En realidad la artista, nacida el 10 de marzo de 1928, en una localidad próxima a Ciudad Real, se llama María Antonia Abad Fernández.

Las películas de la época cupletera, criticadas por sus almibarados y mediocres argumentos, ganaron al público por la indudable belleza de una actriz que con voz susurrante y escasa entonación melódica, decía las canciones con una subyugante sensualidad.

Considerada como ornamento en Hollywood en producciones como Veracruz y Run of the arrow, donde compartió cartel con Charles Bronson y Rod Steiger, y explotada como símbolo de un musical decadente por directores como Luis César Amadori y Tulio Demicheli, tuvo que venir la sensibilidad de Juan Antonio Bardem para extraer en Varietés (1971) lo mejor de su cuerda histriónica.

Esas cualidades son las que le permitieron años después un paso decoroso por la pequeña pantalla española, en programas como Sara y punto (1989-90) y Ven al paralelo (1993) en los que demostró su versatilidad en el medio televisual.

Lo que más llama la atención en esta Sara de 74 años es su irrenunciable juvenilia. "Quiero estar guapa cuando sea vieja", suele repetir ante la prensa, consciente de que de esa manera descuenta el paso del tiempo.

El Hotel Nacional de Cuba la ha considerado Huésped Ilustre en esta estancia que se prolongará hasta el próximo fin de semana (P. de la H.)

19/03/2002

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