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Retos y aventuras del cine francés Andrés D. Abréu Diversidad, por la variedad de géneros y estilos reflejados por los realizadores, y actualidad, por la reciente salida a las pantallas de los filmes presentados, son las palabras escogidas por los organizadores del X Festival del Cine Francés en Cuba para caracterizar su edición del 2002. Y estos mismos conceptos pudieran utilizarse para caracterizar las interrogantes, aclaraciones, comentarios, discusiones, dificultades y alegrías expresadas durante un encuentro sostenido con la prensa.
Para los franceses Amélie es una gran sonrisa y de ella no se puede ni se podrá dejar de hablar por un buen rato. Sus César, las cifras significativas de taquilla y la entrada en la porfía de los Oscar encauzaron sobre esta obra el polémico tema del cine francés frente al dominio global de Hollywood y le permitieron a la productora Claudie Ossard dar su fe con gran optimismo y confianza de que la energía positiva de Amélie aclarará el camino, tanto en Francia como fuera de ella, para la amplia cantidad de realizaciones que este país está creando. Claudie considera que Amélie, por muchas razones, es una película extraordinaria que no se da ni se produce todos los días. Tan optimista como Claudie se siente Jacques Perrin, el legendario actor de los 60, que en los 70 necesitó ser parte más activa del proceso fílmico y comenzó a producir obras que consideró no debían esperar en una gaveta, y ahora acaba de debutar como realizador de otra extraordinaria película, de esas que tampoco se dan ni se pueden filmar todos los días. Perrin considera que el apoyo otorgado a la realización ha propiciado la diversidad y de ella surgen las grandes obras. Para el gran galán del Aventurero de la rosa roja, el productor de Himalaya director de Los nómadas del viento, el cine tiene que ir en busca de lo excepcional, de las otras imágenes que están por hacer para sobrevivir como las aves que emigran. Sin embargo, no toda la vida es color de rosa en la gran pantalla francesa. Roschdy Zem, el joven actor de Sálvame y Stand by y la bella y joven actriz Vahina Giocante, de Viva, no están nada contentos con las leyes de distribución causantes de que una película circule apenas dos semanas por la cartelera si no logra los esperados resultados de taquillas. Ese es el riesgo que corren la mayoría de los realizadores independientes franceses, pues quedan pocas pantallas fuera del gran negocio. Cabe entonces felicitar a Raymond Blumenthal, un productor que gusta de arriesgarse con debutantes cineastas. El encuentro sirvió también para conocer por qué Ticky Holgado (Amélie y El Señor Batignole) es un gran comediante y el primer actor secundario de Francia ("mientras en Cuba nadie me adopte", comentó sonriente), que el actor Jean Claude Dreyfus (La inglesa y el duque) es además cantante, que Bertrand Févre mientras rodaba el montaje en la Ciénaga de Zapata del Vuelo del Quetzal aprendió cómo hacer mucho por el ser humano con talento y pocas cosas, y que Carole Weiss debutó como actriz en Les Tombales, un corto de época (adaptación de una obra de Guy de Maupassant) que se incluye en un período de mayor apoyo a las breves historias por parte del Ministerio de Cultura de Francia. Buena fue la noticia sobre la posibilidad de intercambio técnico entre los Laboratorios Eclair y los del ICAIC —en tiempos en que las nuevas tecnologías facilitan producciones de filmes que antes nunca se hubiesen rodado— y que tal vez pronto se comience a entregar un César al cine africano como un nuevo paso de apoyo al celuloide tercermundista, porque para muchos el idioma del séptimo arte es también un derecho de todos los seres humanos. |
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