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10/03/2002
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Cuando la paz no se conoce ni se entiende

ARNALDO MUSA

El inicio de la creación de un ejército afgano, entrenado por norteamericanos y británicos para acabar de "pacificar" a Afganistán, es la más reciente acción de Estados Unidos, con el objetivo de fortalecer la retaguardia de su ambiciosa estrategia militar, y así allanar el camino hacia el control de riquezas y poder político en toda Asia.

Una de las tantas víctimas de la guerra.

Hecho no muy divulgado por las agencias noticiosas occidentales, que ahora destacan lo que se califica como el reinicio de la guerra en Afganistán, mediante los ataques con armas sofisticadas a presuntos talibanes e integrantes de la organización Al Qaida de Osama Bin Laden, atrincherados en el este de la nación. El asunto es incidir en el papel protagónico de las tropas norteamericanas, con el apoyo de aliados europeos y locales.

No hay que olvidar que las organizaciones calificadas de terroristas que han operado en y desde Afganistán, no son meramente afganas, sino entidades internacionales que no han desaparecido de la noche a la mañana y el rebrote podrá resurgir en la coyuntura conveniente.

En este contexto, la Casa Blanca y el Pentágono reiteraron que habrá más combates y bajas norteamericanas, con vistas a preparar a la opinión pública para una larga contienda y la justificación de Estados Unidos a fin de mantener tropas allí y en el Asia Central, en general.

Pero lo cierto es que la denominada pacificación se traduce principalmente en el aplastamiento o dominio, o por lo menos control, de los muy nombrados no por gusto señores de la guerra, a favor del régimen que detenta el poder en Kabul, conformado por diferentes facciones afganas el 6 de diciembre del 2001 en Alemania, pero con respaldo en dinero y armas norteamericanos.

No deben confundir los recientes viajes del actual mandatario interino, Hamid Karzai, a Paquistán, China, Irán y la India, en los que, de una u otra manera, no solo buscó el necesario contacto que diese el visto bueno a un gobierno impuesto por Occidente, sino que aparentó autonomía acerca de directrices norteamericanas para justificar cualquier otro tipo de intervención militar en la zona.

Karzai limó asperezas con Paquistán, agradeció la ayuda china e india y expuso claramente su oposición a cualquier intervención contra Irán, cuyo gobierno le alertó de las "injerencias extrañas" que perjudican a Afganistán, en clara referencia a Estados Unidos.

Karzai ha vuelto a solicitar la permanencia por tiempo indefinido de las fuerzas internacionales para la estabilización de Afganistán (International Security Assistance Force-ISAF). Si bien estas han sido un elemento fuerte de disuasión y apoyo a las acciones estadounidenses, la prolongación de ejércitos foráneos en Afganistán constituirá a la larga un boomerang, amén del detrimento de la apariencia del régimen.

EL QUID DE LA CUESTIÓN

Las luchas tribales escapan del control del gobierno interino y hacen tambalear sus cimientos, luego de fracasar Karzai en sus intentos de imponer autoridad en varias provincias con las designaciones de gobernadores.

La desregionalización y desmilitarización de la política afgana son consideradas imprescindibles para la formación de un gobierno genuinamente nacional, pero esto es muy difícil, si se tiene en cuenta que el sitial de Kabul no ha significado el real ejercicio del poder sobre todo el país, lo cual no se logró ni en tiempos de la monarquía.

El desarme de grupos y facciones es todo un reto, porque la guerra siempre ha sido alimento de una gran cantidad de familias afganas, al conllevar la creación de ejércitos privados en un país donde las lealtades son tribales y no nacionales.

Además, Afganistán carece de estructuras legales y su economía está totalmente devastada. Durante mucho tiempo no ha tenido fuentes de ingresos, el dinero para la compra de armamentos ha sido proporcionado por la producción y el tráfico de la droga. La estabilización de Afganistán constituye, por tanto, una amenaza para el comercio de la droga en gran escala, porque las diferentes facciones, principalmente sus jefes, tienen en el lucrativo negocio sus propios sistema y meta.

FACTOR IMPORTANTE

La participación de los países de la región seguirá siendo un factor de peso importante en el desenvolvimiento de la situación interna afgana, de manera primordial Paquistán, Irán, Rusia y también Turquía y las repúblicas de Asia Central. Las alianzas históricas con los diferentes grupos son consideradas por aquellos como estratégicas para el equilibrio de fuerzas de la región.

Otro elemento a considerar, y que se imbrica con el anterior, es la relación de las facciones y otros países con el tema de los hidrocarburos. Si EE.UU. reconsidera la reapertura de los trabajos de construcción de oleoductos y gasoductos por la vía Asia Central-Caspio-Afganistán-Paquistán, proyecto interrumpido en 1998, ¿cómo entrarán en juego los proyectos de Irán, Rusia, la India y China?

Todo es muy complejo en este panorama afgano donde la paz es algo que muchos no conocen ni entienden. Así pasa el tiempo y no llega la seguridad para iniciar la reconstrucción de una nación donde cuatro millones de sus hijos deambulan por Paquistán e Irán, y otro millón y medio abandonó su país, luego del 11 de septiembre.

10/03/2002

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