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26/02/2002
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Los peligros del euro

FIDEL VASCÓS GONZÁLEZ

El próximo primero de marzo desaparecerán las monedas nacionales de 12 países europeos, las cuales serán sustituidas por el euro. A partir de esa fecha ya no circularán la peseta española, el marco alemán, el franco francés, etc. Este cambio monetario constituye un hecho de relevancia histórica. Por primera vez desde los tiempos del Imperio Romano, Europa avanza hacia la instauración efectiva de una moneda única.

La irrupción del euro ha concitado numerosas opiniones de diferente signo, destacando sus beneficios y también eventuales peligros. Entre los primeros, se menciona la eliminación, dentro de la eurozona, de los riesgos cambiarios que existían entre las doce monedas que ahora desaparecen. De los peligros se destaca la persistente tendencia a la devaluación de la nueva moneda ante el dólar USA. En tres años el euro ha perdido un 25% de su valor en esta relación.

La existencia de esta moneda es reflejo de los avances económicos y políticos que viene alcanzando la integración europea. Los doce países que forman la unión monetaria abarcan 377 millones de personas y su Producto Interno Bruto suma 8,2 billones de USD. El 5 % de la población mundial produce en esta zona el 22% del PIB en igual comparación.

Con el euro, Europa se reafirma como importante competidor frente a EE.UU. Ello apunta a la conformación de un mundo multipolar, lo que reduce las aspiraciones del imperio norteamericano por erigirse en el único centro de dominio mundial. El desarrollo de las contradicciones entre las grandes potencias ayuda al movimiento revolucionario, progresista y democrático en su lucha por un mundo mejor, más justo y humano.

Desde el punto de vista de la técnica monetaria, se han simplificado las vinculaciones internacionales. Junto al euro, solo existen el USD y el yen como las divisas más fuertes. En estas condiciones, han surgido criterios acerca de si lo más conveniente sería la conformación de una sola divisa internacional, unificando el USD, el euro y el yen.

Si esta fuera la tendencia futura de las tres divisas, hay que tener en cuenta que lograr esta unificación no solo es el resultado formal de un acuerdo entre los países que imprimen dichas monedas. La unión monetaria es la manifestación de acontecimientos más profundos y estables que deben ocurrir, primero, en las relaciones económicas y políticas de los países que procuran establecer ese signo monetario común.

Si la humanidad se encontrara frente a la unificación del USD, el euro y el yen como una solo divisa internacional, ello pudiera ser el reflejo de una coordinación estratégica de las empresas transnacionales y los gobiernos de EE.UU., Europa y Japón para el reparto del mundo en las nuevas condiciones históricas. Alcanzar esta coordinación supondría haber limado en un alto grado las contradicciones interimperialistas.

Así las cosas, la actual unificación de la moneda única en los doce países referidos pudiera interpretarse como el primer paso para la total integración, en una primera etapa imperial, de todas las naciones del Viejo Continente.

Si a este territorio se le unieran los países que conformaban la URSS, incluyendo a Rusia, como parece ser la aspiración de ciertos círculos políticos de Europa, la población de la eurozona se elevaría a 705 millones de habitantes, con un PIB de 9,3 billones de USD; el 11,6% de la población y el 31% de la producción mundial.

Para establecer una divisa única mundial, esta formidable zona económica y política europea se vincularía con los EE.UU., que con sus 275 millones de habitantes y 10 billones de PIB, hoy representan el 4,5% de la población y el 34% del PIB del mundo. Japón aportaría 127 millones de habitantes y 4 billones de dólares de PIB. En resumen, la moneda única del llamado Primer Mundo, conformado por los países capitalistas más desarrollados, sería originada en un territorio de mil millones de habitantes (18% de la población mundial) con un PIB de 24 billones de USD (78% de la producción mundial).

Frente a ello, el resto del mundo sumaría 5 mil millones de habitantes (el 82% del total de la población) con un PIB menor a 7 billones de USD (el 22% del mundial).

Aunque no es muy probable, he aquí el principal peligro del euro: que constituya la primera manifestación de una tendencia que, en el largo plazo, unificaría los tres centros de influencia imperial. Si así fuera, la lucha de los pueblos explotados por el capital internacional se haría más difícil, pero no podría extinguirse jamás. No sería el fin de la historia, sino que estaría anunciando el fin de la prehistoria. Las contradicciones internas del capitalismo conducen a la inevitable desaparición de este régimen social, impulsada precisamente por la mayor apropiación de la riqueza y el capital, por un lado, y la más amplia socialización de la producción, por el otro, con su inevitable explotación de las masas oprimidas del planeta. Un mundo así sería ingobernable. Su resultado no podría ser otro que un cambio económico y social cualitativo a favor de una globalización solidaria, con la cual se daría inicio a la verdadera historia de la humanidad.

26/02/2002

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