Todo para salvar vidas

El compromiso de una trabajadora avileña y su colectivo con el sistema de la Salud

Ortelio González M.

Para ella la vida es una sonrisa perenne. Su elegancia no permite que se delaten los más de 50 años que lleva en este mundo. El palco del teatro, donde la conocí, le quedaba pequeño, no por su porte, sino más bien por lo que impresiona su figura a primera vista.

Cuando comenté a quién iba a entrevistar, no faltó alguien que, con sorna, me increpara: "¿Tú crees en eso de que entrega tanta propina?"

Y es que algunos no pueden entender que existen personas desinteresadas que anteponen al bienestar propio el de los demás, despojadas de todo vestigio de avaricia.

Rosa América Colás Lara, trabajadora del complejo de tiendas CIMEX del aeropuerto internacional José Martí, es la que nacionalmente, mediante la propina, más ha aportado al programa de la Salud dentro del Sector del Comercio y la Gastronomía.

En el año 2001 entregó más de 3 000 dólares, suma que queda pequeña cuando se conoce que desde 1995 a la fecha acumula por sus periódicas aportaciones, más de 17 000.

"De corazón te digo que para mí lo más importante no es la cifra. El aporte a la Salud lo veo como un deber sagrado para con la Patria, porque cuántas acciones tan humanas e importantes realizan tantos héroes anónimos del país."

Lejos de poses falsas, esta guantanamera de nacimiento, fundadora de la Unión de Jóvenes Comunistas y militante del Partido desde hace 27 años, aleja las frases rimbombantes para adentrarse en la limpieza del corazón humano.

"Cuando en el año 1995 aporté los primeros 1 800 dólares reafirmé en toda su magnitud el sentido de la palabra amor. Allí, en el hospital, hay que ver con qué carita te miran los niños cuando una les lleva golosinas, juguetes o cualquier otra cosita, pero más emocionada se siente una cuando sabe que el dinero es utilizado para salvar una vida.

"Lo más importante no es la labor de una sola persona individual, sino la colectiva. El pasado año, el complejo de tiendas del CIMEX entregó para el Programa de Lucha contra el Cáncer 18 100 dólares con 18 centavos."

¿Así de exacto? "Yo soy la secretaria general del sindicato y eso se lleva aquí a punta de lápiz. Además, no por gusto somos los mejores del país en esa actividad".

"Lo de la cantidad no es lo más llamativo. El movimiento prendió entre nosotros y cada día se incorporan más personas. En mi centro de trabajo hay gran conciencia sobre lo hermoso de las entregas, y cada dos meses visitamos el Hospital Oncológico y hasta celebramos los cumpleaños colectivos."

Ningún hecho vivido por Rosita supera aquel gesto de la madre que un día las recibió con los ojos bien húmedos y no se cansaba de hablarles del agradecimiento por las tantas cosas lindas que hacían por su hijo.

Mucha gente piensa que se entrega mucho porque se tiene mucho... "No es así, en mi caso personal trato de aportar todo lo que puedo. Solo me quedo con lo mínimo indispensable para resolver las necesidades más apremiantes, si digo otra cosa mentiría. Mis compañeras de trabajo también lo hacen así. Nuestra consigna es todo para salvar vidas.

"También me siento muy feliz cuando veo que mis dos hijas —una Licenciada en Biología y la otra en Farmacia— se sienten a gusto con lo que realizo, lo que es muestra de que hay actos que educan." 

Rosita, nombre por el cual responde con mayor rapidez, asegura que existe una respuesta incondicional por parte de los trabajadores. "Mi colectivo siente lo que hace. También siente que hay un sindicato que lo representa y todo el mundo da el máximo para que el Complejo marche bien."

¿Cifra límite? "Eso es imposible. No sé hasta dónde podamos llegar mis compañeras y yo. Nuestra máxima es una sonrisa para el cliente, que se sienta bien atendido. Por mi parte, siempre daré lo que puedo."

La miro a los ojos y le noto la misma seguridad en el rostro que cuando la conocí, unas horas antes, sentada en una de las sillas del palco del teatro.