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![]() Venezuela: la colosal batalla Javier Rodríguez Al hablar ante los delegados de 24 países asistentes a un foro internacional recién concluido en Caracas el presidente Hugo Chávez se refirió a la facilidad con la que cualquier visitante podía comprender "la colosal batalla" ahora librada en Venezuela. Al contextualizar el momento actual, aseguró que se trata del enfrentamiento del pasado, el odio, la desesperación y la muerte con el futuro, el amor, la esperanza y la vida. Chávez trató así de definir la compleja situación actual de la nación en momentos que enfrenta un evidente plan desestabilizador en busca de su salida del poder y la frustración del proceso de cambios vigente en Venezuela. Y es que buena parte de los sectores opositores venezolanos abandonaron hace un tiempo la esperanza de poder derrotar electoralmente a Chávez, muestran real impaciencia, y están dispuestos a enrarecer, cada vez más, el panorama político nacional. La desesperación logró que confluyan provisionalmente en la estrategia actual, los viejos partidos políticos desalojados del poder, como Acción Democrática y Copei, con nuevas organizaciones, junto a la impugnada dirigencia sindical, parte de los grandes empresarios, la jerarquía católica y los dueños de medios de comunicación. El ingrediente internacional no podía faltar y en la ofensiva publicitaria contra el gobierno tienen espacio la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el cada vez menos oculto "guiño" de altos funcionarios estadounidenses. El recrudecimiento de la campaña detractora partió de la aprobación reciente de 49 leyes económicas y sociales que tocaron intereses de los latifundistas, las grandes empresas industriales de la pesca y los consorcios inmobiliarios en áreas turísticas, defraudando también a quienes aspiraban a la privatización de la industria petrolera. Desde entonces, comenzó el incremento de la fuga de divisas en forma escandalosa, patrocinada por esos mismos intereses, ahora molestos por nuevas medidas económicas y financieras que cierran la llave a la descapitalización del país y buscan cerrar la brecha presupuestaria provocada por la caída de los precios del petróleo. El cerco político al gobierno comenzó entonces a tratar de cerrarse, desempeñando un papel importante en ello el aumento del bombardeo diario de periódicos y emisoras de radio y televisión que, a la par de una increíble protesta por supuesta "falta de libertad de expresión", arremeten especialmente contra Chávez desde el amanecer a la madrugada. Noticieros, espacios de opinión y hasta supuesta publicidad institucional, son dedicados especialmente a críticas contra el Presidente que abarcan, incluso, a temas personales y familiares. Paralelamente a esta ofensiva, que busca influir en el venezolano medio y reflejarse en el ámbito internacional, los grupos de oposición decidieron tratar de golpear al gobierno en donde es más difícil vencerlo, o sea en las movilizaciones populares y en la calle. La tesis, enarbolada públicamente, es la de provocar un caos social que de al traste con la estabilidad institucional y afecte las bases de los dos grandes polos de apoyo del proceso, o sea el respaldo de la población y el de las fuerzas armadas. En el primero de los casos, es evidente que Chávez, no importa lo dicho por la propaganda enemiga en Venezuela o en el exterior, sigue contando con la absoluta mayoría de la población y una demostración evidente de ello fue la enorme masa de pueblo que le acompañó el pasado 4 de febrero, aniversario de la rebelión militar de 1992. Las fuerzas armadas, mientras tanto, han resistido la propaganda y los intentos a cara descubierta por lograr la deserción del proceso de un número significativo de oficiales con altas responsabilidades en la institución. Hasta ahora, la insubordinación solo fue protagonizada por algunos oficiales sin mando de tropa, siempre descontentos por alguna razón personal, aunque se sigue insistiendo por la oposición en ese sentido. El carácter de la batalla de la cual habló Chávez tiene expresión concreta, en el futuro inmediato, con la articulación de una serie de acciones de calle convocadas por la Confederación de Trabajadores, con apoyo empresarial, a partir de la próxima semana, y con la aspiración de que culmine en un paro nacional. Por su parte, la jerarquía católica convocó una concentración religiosa para la primera semana de marzo bajo la consigna de "orar por Venezuela", pero a la cual ya se están adhiriendo, precisamente, los grupos oposicionistas a fin de fortalecerle el carácter político. Frente a todo esto, es evidente que una parte importante de esa lucha se desarrollara en la calle adonde los sectores bolivarianos decidieron llevar también el respaldo al proceso actual por la ofensiva de sus detractores. Sin lugar a duda, Venezuela vive momentos de definiciones que tienen mucho que ver con la esperanza de millones de venezolanos depositada en el presidente Chávez. (PL) |
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