|
|
|
Emociones fuertes en el concierto Enamorado de la Paz Omar Vázquez Será difícil olvidar las emociones que depararon el concierto Enamorado de la paz de Danny Rivera, reubicado en el teatro Karl Marx, y el homenaje que le rindió Arturo Santiago, improvisando décimas a los héroes prisioneros del imperio.
Después vinieron otras lecciones de profesionalidad y sencillez con sus invitados cubanos, a partir de Juramento, de Benito de Jesús, y América, en polirrítmico duelo — y hasta tocando una flauta de madera— con el chekeré de Terry; sus acoplados dúos con Kiki Corona (Adriana), Liuba María Hevia (Si me falta tu sonrisa) y Paulo FG y su orquesta (Son para un amigo), con quien improvisó al estilo de la mejor tradición sonera. También abordó temas de Joan Manuel Serrat, Erasmo Carlos y, por supuesto, su eterno Madrigal, himno de varias generaciones de enamorados. Danny dio gracias a Cuba por su solidaridad con Puerto Rico. Los cubanos le dieron gracias al artista por su canto. |
 |
|||
|
La pujante frescura de la voz del cantante puertorriqueño se hizo notar desde
Yo quiero un pueblo, con el apoyo de la Schola Cantorum Coralina, hasta un rosario de temas en los que contó con el acompañamiento de los músicos de Habana Ensemble, que dirige César López, el percusionista Pancho Terry, y sus colegas boricuas. Danny voló hacia los agudos con aplomo de veterano y resolvió complicadas ecuaciones vocales, en una versión de
Yo soy libre, en la que coqueteó con el reggae.
