![]() |
|
El 24 de Febrero y el proyecto martiano PEDRO A. GARCÍA Todo parecía perdido. La indiscreción, ¿o acaso la maldad?, de un veterano del 68, le había permitido al gobierno norteamericano la incautación de un gran cargamento de armas que el Partido Revolucionario Cubano (PRC) destinaba a la insurrección. El plan inicial de Martí, hacer coincidir el desembarco de tres expediciones con el alzamiento simultáneo, quedaba frustrado.
La situación no podía ser más crítica. Las arcas del Partido estaban vacías. Una vez más el Apóstol acudió a los obreros de la emigración y centavo a centavo, dólar a dólar, se reunió el suficiente dinero para enviar a Cuba a los principales jefes. La orden de alzamiento fue dada a fines de enero de 1895. Guillermón Moncada y los orientales determinarían la fecha exacta. El 24 de Febrero, Guillermón, Bartolomé Masó y Quintín Bandera aparecieron en la manigua. Los guantanameros libraron el primer combate victorioso. Baire, Jiguaní y Holguín tuvieron también su cuota de grandeza. En total, hubo más de 35 gritos en ese clamor gigante que fue el alzamiento simultáneo. Los campos de nuestro archipiélago volvieron a estremecerse con las cargas al machete. LA REPÚBLICA JUSTA Y ABIERTA En Cuba, el objetivo de conquistar la independencia estuvo estrechamente vinculado a la lucha por la emancipación social. En el 68, se marchó a la manigua para derrocar al colonialismo español y abolir la esclavitud: ambas banderas, enarboladas por Céspedes en La Demajagua y plasmadas como Ley suprema en Guáimaro, fueron alzadas por Maceo en Baraguá. Para la contiende del 95, en sus bases y estatutos, el PRC proclamó que con la independencia no se pretendía "perpetuar en la República cubana el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, sino fundar (...) un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer por el orden de trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud". En su proclamación, el PRC alertaría que no se había creado para realizar "la tarea relativamente mezquina de continuar en una república nominal las injusticias y desdenes feudales de una factoría", pues organizaba la Revolución "de modo que en la conquista de la independencia de hoy vayan los gérmenes de la independencia definitiva de mañana". Martí aspiraba a una república de nuevo tipo cuyas bases serían: "Trabajar, es lo verdadero, y decir sin miedo lo que se piensa", y en otro momento añadiría: "No tiene la libertad de todos más que una raíz y es el trabajo de todos". Sería, a su entender, "una república justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la cordialidad, levantada con todos y para el bien de todos". No sería solo esa vez en que Martí se refiriera al asunto. En su discurso del 26 de noviembre de 1891, en Tampa, afirmó: "O en la República tiene como base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de los demás, la pasión en fin por el decoro del hombre, o la República no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos". ABSOLUTA IGUALDAD En la nueva República habrían de vivir en plano de absoluta igualdad de derechos y deberes todos sus ciudadanos, sea cual fuere su color u origen social. Subrayaba Martí en carta a Serafín Bello: "El hombre de color tiene derecho a ser tratado por sus cualidades de hombre, sin referencia alguna a su color". Y en un célebre artículo, reiteraba: "La República, desde el día único de redención del negro en Cuba, desde la primera Constitución de la independencia, el 10 de abril en Guáimaro, no habló nunca de blancos ni de negros (...) El mérito, la prueba patente y continua de cultura, y el comercio inexorable, acabarán de unir a los hombres. En Cuba hay mucha grandeza en negros y blancos". Los trabajadores, para el Apóstol, eran "los creadores fuertes y sencillos que levantarán en el continente nuevo los pueblos de la abundancia común y de la libertad real: para desatar a América y desuncir al hombre". Ellos ocuparían un lugar relevante en su proyecto de República. Por ello aseguraba a los obreros de la emigración: "No será esta, no, la Revolución que se avergüence, como tanto hijo insolente se avergüenza de su padre humilde, de los que en la hora de la soledad fueron sus abnegados mantenedores". Y confiaría a Baliño: "La Revolución no es la que vamos a iniciar en la manigua, sino la que vamos a desarrollar en la República". LA REPÚBLICA NEOCOLONIAL La república instaurada en 1902 distó mucho de ser aquella "sin mano ajena y sin tiranía" que propugnaran Martí y los mambises del 24 de Febrero. Nacida bajo el signo terrible y oprobioso de la Enmienda Platt, constituyó la república nominal que perpetuó injusticias y desdenes, que nunca aseguró en la realidad la absoluta igualdad entre sus ciudadanos. El 20 de mayo de 1902 pasó a ser, no la realización del ideal mambí, sino tan solo un punto de partida, bajo nuevas condiciones —tal vez similar a aquellos días aciagos posteriores al fracaso de La Fernandina—, para el próximo combate de las sucesivas generaciones de patriotas cubanos: la transformación revolucionaria del régimen neocolonial en la república justa y abierta por la que Martí y los mambises se lanzaron a la manigua el 24 de Febrero de 1895. |
|