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20/02/2002
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En su aniversario 40

Rejuvenece la Academia de Ciencias

Alexis Schlachter

Hace cuatro décadas exactamente, la Cuba socialista retomó el camino del impulso al abnegado trabajo científico que, en pleno siglo XIX y aún dentro de limitaciones lógicas para una colonia oprimida, puso en alto el nombre de la Patria antillana gracias al talento —reconocido universalmente— de hombres de la talla de Tomás Romay Chacón, Felipe Poey Aloy, Álvaro Reynoso Valdés o Carlos J. Finlay de Barre.

La Academia de Ciencias de Cuba de aquel año 1962, bajo la dirección de un notable científico y revolucionario, el doctor Antonio Núñez Jiménez, siguió la senda prestigiosa de la primera Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, fundada en el lejano 1861.

En tal contexto colonial, Nicolás José Gutiérrez, el hombre que presidió aquella primera organización de científicos cubanos, expresó con dignidad que nunca será olvidada "Siquiera no fuese más que por orgullo nacional debería hacérsele entender a los forasteros y extranjeros principalmente, que no nos ocupamos solo en hacer azúcar y cosechar tabaco, sino que cultivamos también la ciencia". Mucho llovió desde entonces. Grande la incomprensión de los regímenes de turno, primero en la colonia y después en la república neocolonial. Prácticamente ausente la ayuda del Estado hasta 1959.

En este nuevo siglo y milenio, la Cuba de las ciencias, avizorada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, en los mismos albores de la Revolución triunfante, puede sentirse orgullosa por los incuestionables méritos de sus hijos en el mundo de las investigaciones.

Muestras hay. Irrebatibles. Desde vacunas de probada eficacia, solicitadas por naciones diversas para su aplicación en las respectivas poblaciones, hasta la única técnica operatoria satisfactoria encaminada a mejorar notablemente la retinosis pigmentaria y aún curarla definitivamente. En ese devenir de actividad creadora ha sido decisiva la experiencia de quienes hoy peinan canas, pero también, la audacia y el empuje de los jóvenes que un día fueron ellos mismos.

En ese ambiente creativo múltiple, la actual Academia de Ciencias de Cuba toma hoy una decisión de alcance histórico: a partir de este momento abrirá sus puertas a científicos menores de 35 años en la categoría de asociados.

Desde ahora, la Academia de Ciencias de Cuba rejuvenece; no olvidar que ya en estos momentos, el 15,8% de la fuerza científica de las unidades de ciencia y técnica está constituida por jóvenes, como los que hoy recibirán reconocimientos de las academias de Ciencias del Tercer Mundo y de la nuestra, por destacadas trayectorias profesionales en el quehacer cotidiano de los laboratorios.

Ellos son los doctores en Ciencias Biológicas uno y de Química el otro, Lázaro Hernández García y Alex Fragoso Sierra, respectivamente, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología y de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana.

La hora del recuento, tras cuarenta años de intenso bregar, llega este miércoles para una Academia de Ciencias rejuvenecida.

20/02/2002

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