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El parque El Bagá Historia de un mundo que comienza Ortelio González Martínez CAYO COCO.—Eduardo Serpa García, director de la inversión, extiende la mano como si tocara los árboles. Asegura que el parque El Bagá es el sitio ideal donde confluyen la naturaleza, la identidad y el cuidado del ecosistema.
No imaginó que en una porción del noroeste de Cayo Coco naciera lo que él considera la obra de su vida: "Aquí se demuestra que el desarrollo turístico y la preservación de la naturaleza pueden ir bien cogidos de la mano, sobre todo cuando se trabaja con mucha responsabilidad para preservar el alto grado de naturalidad de una zona". Según coincidieron Rogelio Acevedo, presidente del Instituto de Aeronáutica Civil de Cuba, y Rosa Elena Simeón, ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, El Bagá —nombre de un árbol endémico de la zona— tiene entre sus objetivos principales atenuar el impacto de algunas obras que en su momento fueron necesarias en esa parte del Islote.
El viejo aeropuerto, por ejemplo, desactivado recientemente con la entrada en operaciones de la terminal aérea Jardines del Rey, se utilizará ahora como vial de enlace y de contemplación de los valores naturales de sus alrededores, y en sus instalaciones abrirá un restaurante ecológico, al tiempo que la torre de control de vuelos fungirá como mirador. Serpa precisa que en todas las construcciones predominarán las piedras y la madera del lugar. "Todo estará integrado al medio ambiente", y señala hacia las edificaciones nacidas dentro del bosque, sin dañar los árboles. En la obra, presupuestada en 4,5 millones de pesos y dos millones de dólares, trabajan fuerzas de la Empresa Constructora Integral de Ciego de Avila y ya muchos objetos van tomando forma. Algunas de sus áreas vírgenes se encuentran abiertas al público. En un futuro, quienes lleguen al lugar, tendrán la oportunidad de transitar —a caballo, en bicicleta, en coche o a pie— unos tres kilómetros por diferentes rutas y senderos que, esta vez, los curiosos del viaje: Serpa, Leonardo Pérez Pérez, inversionista del nuevo aeropuerto; Roger, contratista del parque; Ricardito, el fotógrafo, y yo, tuvimos la oportunidad de recorrer. En el ecosistema predomina la vegetación conocida como siempreverde micrófilo, existen más de 200 especies de animales y 300 de árboles, muchas de ellas endémicas. Entre los objetos de obra se destacan las dos torres de observación —la del aeropuerto, totalmente concluida, y otra a la vera de una laguna, en fase avanzada de construcción, que posibilitará contemplar, en su reino, bandadas de aves en vuelo y animales salvajes como los jabalíes y las jutías, que habitan el lugar en gran número. El Bagá contará, además, con una aldea aborigen, mariposario, criaderos de cocodrilos, de iguanas, quelonios, flamencos; bosque de los lagartos, centro de cultura tradicional, gruta de los murciélagos, reloj de sol y un punto de embarque para salir de excursión al mar. Todo quedará diseminado en unas 70 hectáreas. Al final del recorrido aparece el llamado punto Bucanero, dedicado a un museo de la piratería, en un galeón español de tamaño natural que simulará estar encallado. Según precisó Serpa, algunas cosas quedarán terminadas en mayo de este año y en diciembre debe estar totalmente concluido el parque, donde naturaleza, identidad y cuidado del medio ambiente serán las palabras más empleadas para hablar de un mundo que comienza, dispuesto a perdurar, pese al instinto depredador de algunos hombres. |
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