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XI Feria Internacional del Libro Cuba-Noruega o cuando distancia no quiere decir olvido Pedro de la Hoz Distantes en la geografía y la cultura, los escritores y editores de Noruega y Cuba se han propuesto hallar un camino para el reconocimiento mutuo y la promoción de sus producciones. Si como dicen los chinos, el camino más largo comienza por el primer paso, habrá que decir que la zancada que unos y otros han dado en esta XI Feria Internacional del Libro es lo suficientemente firme como para predecir venturosos resultados en un futuro próximo. De ello trató ayer el seminario sobre políticas literarias y editoriales de ambos países, patrocinado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y las organizaciones profesionales de escritores y editores del país nórdico y, por nuestra parte, el Instituto Cubano del Libro y la UNEAC. Alentador resultó saber, mediante la voz de Stian Omland, de la Asociación Noruega de Traductores Literarios, que en los últimos tiempos se han difundido obras de autores de la Isla, tales los casos de Virgilio Piñera, Dulce María Loynaz y Abilio Estévez, mientras se prepara para la próxima primavera la presentación de Paradiso, de Lezama Lima. Para Omland, lo más importante en lo adelante es saltar de los tópicos —identificar a Cuba solo con Buenavista Social Club, autos viejos y tabaco— hacia una verdadera comprensión de la riqueza cultural de nuestro país. Para los escritores y editores cubanos fue estimulante conocer cómo el Estado noruego, a través de la compra selectiva de determinada cantidad de ejemplares de cada edición, garantiza la circulación de las novedades literarias en las bibliotecas populares, estimula la creación y ampara parcialmente la gestión de las casas editoras. Justamente el editor Halfdan W. Freihow citó el caso de Jostein Gaarder, cuyo hoy famoso texto El mundo de Sofía, probablemente no habría sido publicada jamás si la editorial no hubiese sabido que el régimen de compra de libros reduciría considerablemente el riesgo de atreverse con un libro que vieron como de interés minoritario y experimental. Entretanto, la experiencia cubana más interesante para los noruegos constituyó la red de editoras territoriales y el modo colegiado en que van conformando sus catálogos. Y, por supuesto, el extraordinario impacto público de la Feria. |
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