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10/02/2002
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Thor Heyerdahl, guardián del planeta humano

El científico y explorador noruego habla sobre sus tesis ambientalistas y antropológicas, y acerca de su admiración por Fidel

Antonio Paneque Brizuela

Hay que ver cómo este Livingstone moderno, investigador a cualquier riesgo, viajante incansable tras sus tesis por los puntos más oscuros de la vida, hombre capaz de ofrecer su cuerpo al laboratorio de sus teorías, sabe cada día imprimirles aire nuevo y apertura conceptual a sus principios de siempre y todavía le quedan energías para enseñarnos algo más sobre cómo vivir unidos en el planeta.

Científico noruego de 87 años vividos alrededor de un sujeto antropológico, entre el embrión, la evolución y el futuro, Heyerdahl ha sido tal vez más reconocido por algunos —a veces con no muy buena intención y en otras por una errada óptica de aventura clásica— solo por el hecho factual de expediciones como la de Kon-Tiki, balsa de troncos ecuatorianos con sus seis tripulantes y sus 8 000 kilómetros de océano recorridos en 1947, y no por lo que ellas significan para sus tesis en defensa de la vida en el planeta, las cuales representan, sin duda, su verdadera Kon-Tiki hacia la inmortalidad.

Para conocer bien eso último hay que estudiar su extensa obra o escucharlo en disertaciones como la de ayer en la Fortaleza de La Cabaña, hacia donde viajó, al llamado de la Feria Internacional del Libro de La Habana, esta vez en un transporte mucho más ortodoxo, y asistió a la inauguración de una exposición que incluyó referencias a 20 libros suyos y otras muestras de sus recorridos en las naves Ra I y Ra II, desde África hasta Barbados (1969-1960), o la Tigris, entre ese río, el Golfo Pérsico y el Océano Índico (1977-1978).

"¿Cuáles son las diferencias entre el norte y el sur?", fue la primera pregunta que él mismo se impuso en esa nueva jornada suya en defensa de la paz, la naturaleza y la humanidad.

"Personalmente he encontrado muy pocas, algunas de ellas por el medio ambiente, la alimentación. Pero aun cuando ustedes se alimenten como los esquimales o como los árabes en el desierto, no importa lo que se lleven a la boca, porque esto es digerido: ustedes siguen siendo seres humanos.

"Todos procedemos de la misma raza, la humana, descendemos de los mismos genes, independientemente de las variedades de color, de las formas del cráneo, de la política y de la religión."

Irónico y a veces sarcástico como todo buen científico, admirado por varias generaciones, conocido por no aferrarse a ningún punto geográfico ("ciudadano del mundo", lo llamó un colega cubano), convive en una atmósfera científica que cuestiona, no obstante, a los políticos:

"Me preguntan a veces cómo resolver los problemas de los políticos y yo les respondo: pónganlos juntos en el mismo lugar, en el mar, sobre el mismo océano o bajo el mismo cielo y ustedes se van a sorprender de la manera en que van a entenderse, porque son personas". Y en torno al mismo tema: "Es muy importante que los políticos abran los ojos hacia el conocimiento de los científicos".

El origen del hombre, uno de sus leitmotiv científicos, le sigue confirmando el toque de igualdad de sus visiones antropológicas: "No importa si ustedes le llaman Dios, o Alá o Kon-Tiki, de todas maneras hubo algo antes. Y no importa la forma que esto pudiera tener si de ese algo evolucionó la figura humana".

O acerca de su vocación por la naturaleza: "Protegerla antes que sea demasiado tarde. Todas las esperanzas penden de ello".

Su mentalidad ecologista lo lleva a recordar cómo el uso de la bomba atómica para "arreglar" los asuntos del género humano lo ha llevado a la debacle. Si hay una tercera guerra mundial, "el hombre podría sobrevivir, pero no la civilización. Y unos pocos no podrían vivir sin civilización".

El tema Cuba es inevitable en la charla: "Fidel ha hecho mucho por el pueblo y somos amigos de mucho tiempo. He regresado a este país porque cuando he estado otras veces y he visto los esfuerzos hechos aquí por promover la cultura, la literatura, la educación, la música, y puedo ver que eso es aquello por lo que debemos luchar: hacer una distinción entre lo que es el progreso real y la civilización".

10/02/2002

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