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30/01/2002
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El templo de la amistad

El Campamento Internacional Julio Antonio Mella, de Caimito, cumplirá el 25 de febrero su aniversario 30

Mario Jorge Muñoz Lozano

Un joven uruguayo escarda frijoles. Sonríe y reta a una muchacha argentina, "a ver quién termina primero el surco". Dos brasileños pelan naranjas para sus compatriotas, a la sombra de un árbol. Un grupo descansa luego de haber concluido su labor. El fotógrafo de Granma capta las imágenes del "ajiaco" humano que se fue cociendo a fuego lento, durante un mes, en los campos de El Guayabal, en el municipio de Caimito, 45 kilómetros al oeste de La Habana.

De regreso al Campamento Internacional Julio Antonio Mella, unos minutos antes del almuerzo, los cerca de 200 integrantes de la Brigada Suramericana (Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Paraguay y Bolivia) reciben el agradecimiento de los trabajadores del territorio por el trabajo realizado en los diferentes cultivos de la zona, por el gesto de solidaridad que demostraron hacia Cuba y que cada día protagonizan en sus países.

Los amigos aplauden, algunas lágrimas brotan. Conmueve. Sobre todo el espectáculo ofrecido por los pequeños de la Escuela Primaria Rafael María de Mendive, y las palabras de su director, Tomás Pérez, quien dio las gracias a los hermanos latinoamericanos por la ayuda material y humana que brindaron al centro.

La argentina Mora Illescas, estudiante de Fotoperiodismo, me comenta cómo la habían impresionado los niños, la manera en que conocen a sus héroes, los verdaderos, los que dieron la vida por su Patria, "algo que no sucede en mi país".

Este no es un hecho aislado. Historias similares se han venido repitiendo durante las casi tres décadas —el próximo 25 de febrero cumplirá su 30 cumpleaños— de creado el campamento, levantado por muchas manos y organizado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Quizás la diferencia esté en los protagonistas.

El Julio Antonio Mella ha sido albergue de miles de amigos de Cuba, que han llegado aquí desde los más disímiles confines del planeta para mostrar su solidaridad y respeto a la causa de la "Isla rebelde". Gente que ha crecido, fundado familias y cuyos hijos y nietos continúan "profesando" amor por la noble causa y las incuestionables conquistas sociales alcanzadas por la Revolución cubana.

No son personas acomodadas que llegan al archipiélago en busca de su maravilloso clima, su música o sus playas. La mayoría de las veces deben ahorrar hasta el último centavo para conocer de cerca a la Isla diferente.

Foto: RICARDO LÓPEZ HEVIAGustavo Larrosa dice que viajar a Cuba le da la posibilidad de reecontrarse con la dignidad.

Gustavo Larrosa, trabajador bancario de Uruguay, cuenta cómo durante todo el año hacen una rifa con la que recaudan parte de los fondos para el viaje y las donaciones que traen a nuestro país. Orgulloso, indica que el movimiento de solidaridad uruguayo ha organizado un comité pro liberación de los cinco patriotas cubanos presos en Estados Unidos.

Dice que todo este esfuerzo vale la pena: "Es la posibilidad de reencontrarnos con la dignidad, porque a pesar de todas las dificultades que el pueblo cubano tiene y las presiones externas a las que está sometido, cuando venimos aquí rescatamos la dignidad, que anda tan perdida en estos tiempos."

Paula Reyes, una joven estudiante de Bellas Artes en la Universidad de Montevideo, señala que al ver de cerca la realidad cubana "me ha colmado en todos los sentidos. Me habían contado que el desarrollo alcanzado por Cuba era así, pero no sabía que fuera tan integral. He vivido con un nudo en la garganta porque en mi país estas cosas no pasan y yo quisiera que pasaran. Esto es muy lindo."

ESPACIO DE REFLEXIÓN Y DEBATE

La conversación se desarrolla en plena campiña cubana. Poco a poco, varios brigadistas se van uniendo a la charla.

María Soledad Álvarez, maestra argentina, comenta que los trágicos acontecimientos del último mes en su país eran de esperar. "Lo que me ha sorprendido —indica— es la respuesta de la gente, porque somos un pueblo con mucha carencia de conciencia social y política".

María subraya que los jóvenes argentinos están desesperanzados. "Lo que quieren, primero que nada, es irse. Familias enteras, todo aquel que tenía pasaporte se está yendo a España, Italia y otros países."

"No hay educación política en Argentina. Qué sucedió ahora, la gente salió a la calle, para protestar, para romper bancos, pero no hay organización. La gente no sabe realmente contra qué dirigir su lucha. Estamos desunidos, nos dirigimos hacia ningún lugar. Aunque hay algunos que dan señales de que todavía se pueden cambiar las cosas. Pero es realmente difícil."

LA CASA DE TODOS

El Campamento es una escuela. Sin proponérselo, todos sus visitantes se convierten en alumnos. Porque además de aprender de Cuba, se van conociendo más de la vida y la lucha en otros países. Porque fortalece saber que no están solos, que hay mucha gente preocupada por el destino trágico que el neoliberalismo le ha diseñado a la Humanidad.

30/01/2002

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