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30 días para el amor Carlos Gómez
O´Connor ha demostrado en parte de su filmografía un profundo interés por explorar el universo femenino, desde sus contradicciones hasta sus amores incondicionales y su capacidad para modificar a los hombres que las rodean. Películas como Círculo de Amigos y El Secreto de los Abbott (en la que reunió a figuras jóvenes como Billy Crudup, Jennifer Connelly, Liv Tyler y Joaquín Phoenix) indagan en los primeros amores, con su cuota de pasión y sufrimiento, romanticismo auténtico y alejamiento de cualquier clase de cinismo. En compañía de la popular Warner Brothers y con un guión adaptado de Kurt Voelker, y una nueva versión de Robert Ellis Miller, realizaron una producción de 119 minutos de duración, que si bien pudiera ser larga como para aburrir a muchos, aborda una temática que necesita de más intensidad para ser diferente.
Nelson Moss, —interpretado en 1968 por Anthony Newley y esta vez reencarnado por Keanu Reeves—, un publicista de primera que recién había fracaso en una millonaria campaña, conoce casualmente a la joven Sara Deever (Charlize Theron) —interpretado en la antigua versión por Sandy Dennis—, una mujer liberal que tiene un nuevo proyecto cada mes... un hombre por mes. Ella los invita a vivir, y los cura en algún sentido. Un mes: ni más ni menos. ¿Por qué? Pues "es un tiempo lo suficientemente largo como para ser importante, pero al mismo tiempo lo suficientemente corto como para no ser un problema". Con música de Chrispopher Young, —de quien podemos recordar Flores en el Ático, Especies y Copicat, entre otras—, matizada con una melodía de la popular cantante Enya. Young es el mayor exponente del estilo innovador "musique concrète", que utiliza sonidos sampleados en sus composiciones e incorpora muchos efectos inusuales y coros alterados. Sweet November es una buena película, de las que desea la familia, la juventud, en la que se cultivan los valores primarios de una sociedad en las que el amor representa muchas veces "la última carta de la baraja". La crítica ha sido consecuente y bastante aceptada, debemos propiciar que los grandes directores retomen el amor como tema principal y no secundario. |
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