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18/01/2002
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Mayor interés de turistas por María la Gorda

El halo de misterio que envuelve a María la Gorda, unido a la belleza paisajística de esta zona del Cabo de San Antonio, hace mayor el interés de los visitantes por ese centro turístico, en cuya playa se encuentra la mayor reserva de coral negro de la Isla.

Situada a 143 kilómetros al suroeste de la ciudad de Pinar del Río, cuenta con confortables habitaciones y resulta el sitio ideal para buceadores, con 54 puntos de inmersión.

Posee una abundante fauna marina y es frecuente en esas aguas la presencia del tiburón ballena, totalmente inofensivo a pesar de su gran tamaño.

Perteneciente a la cadena PUERTOSOL, todo se conjuga para convertir a María la Gorda en uno de los sitios más placenteros de la provincia, sobre todo por estar ubicado en una región poco visitada por el hombre, Guanahacabibes, una de las seis reservas mundiales de la biosfera en Cuba.

Tierra de costas inhóspitas, bosques frondosos y leyendas insospechadas, así es esa península, que a lo largo de sus 101 kilómetros atesora más de 645 especies de plantas superiores, 14 de ellas endémicas del lugar y otras muchas de gran valor económico como el cedro, la caoba y el ébano, por solo citar algunas.

Posee 140 variedades de aves, incluidas el zunzuncito, el tocororo, la cartacuba, el bobito chico y la cotorra, además de 21 reptiles y 19 mamíferos, entre los que sobresale por su belleza el venado de cola blanca.

Pero allí hay otros tesoros, como los yacimientos arqueológicos hallados en el enorme cueverío de la región, consistentes en residuarios de los guanahatabeyes compuestos por platos, cucharas, percutores de piedra y gubias de caracoles Strombus.

Y en torno a sus colinas lacustres sobreviven leyendas sobre tesoros de piratas y es el caso de la caverna de Perjuicio, quien escondió un botín y lo selló con cemento romano.

Sobre María La Gorda todavía se escucha la historia de la hermosa joven que organizó en la zona una suerte de lupanar para la distracción de piratas, bucaneros y filibusteros.

Aún se desconoce si en realidad fue una indígena venezolana traída a la fuerza y abandonada a su suerte o la hija de un español que naufragó en esas aguas.

Mediante la práctica del senderismo, la cadena brinda la posibilidad al turista de conocer muchos de esos lugares, donde naturaleza y leyenda se unen para hacer de María la Gorda un refugio privilegiado. (AIN)

 

18/01/2002

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