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![]() ¿Pueden enfermarse los pobres en EE.UU.? NICANOR LEÓN COTAYO
Un periódico ultraderechista de Miami, El Nuevo Herald, comentó días atrás un informe gubernamental donde se adelantan nuevos aumentos en los gastos de salud y el hecho de que serán los pacientes quienes afrontarán esto con "más y más de sus propios bolsillos". Según la revista Health Affairs, el ciudadano promedio gastó en ello alrededor de 4 637 dólares en el 2000, y más el año pasado, mientras en 1997 los desembolsos personales de los norteamericanos en atención médica sumaron 162 000 millones de dólares y en el 2001 ascendieron a 195 000 millones. Al frente de esos gastos sitúan los costos de las medicinas, que solo por los aumentos reportados en 1999 y el 2000 elevaron sus precios al público en un 36,5%, mientras las cuotas por seguros médicos crecieron un 8,4% entre enero y diciembre últimos. El periódico The New York Times, citado por la agencia italiana ANSA el 13 de julio pasado, envió a varios de sus reporteros a cuerpos de guardia de hospitales para verificar la realidad o falsedad de múltiples denuncias en torno a su funcionamiento. Una de las conclusiones del diario fue que para ver rápidamente a un médico en los lugares visitados era indispensable presentarse en esas salas de emergencia con un ataque cardiaco o con heridas sangrantes. En uno de esos centros hospitalarios, por ejemplo, en 1999 se estableció a los pacientes necesitados de atención urgente que no tuviesen seguro médico el pago como mínimo de 400 dólares antes de ser examinados. En California, siempre de acuerdo a esa investigación del diario, un hombre víctima de un accidente en la calle que llegó al centro médico en una ambulancia le plantearon que solo podría ver al médico o la enfermera si entregaba 75 dólares. Algo similar ocurrió en el Coastal Communities Hospital de Santa Ana, también en California, donde los periodistas del The New York Times descubrieron que a un hombre con infarto no lo atendieron porque su seguro médico no se ajustaba a las exigencias de la institución. Como es sabido, en los Estados Unidos más de 40 millones de personas no tienen asegurada su asistencia médica, y el Buró del Censo informó el pasado 6 de agosto que en 1999 el 29% de los jóvenes entre 18 y 24 años de edad estuvieron 12 meses sin seguro médico. Un largo e impresionante reportaje de la revista U.S. News and World Report explicó en abril de 1997 que una gran cantidad de madres norteamericanas sin posibilidades de pagar servicios médicos a sus hijos llegan a prohibirles jugar en aras de evitar un accidente. Como recordé al inicio, los Estados Unidos sobrepasó ya los dos siglos de existencia, y al cabo de ese muy largo camino es capaz de destrozar con sus bombardeos a Yugoslavia y Afganistán, pero no de garantizar la salud a decenas de millones de sus habitantes. Proclama groseramente sus intenciones de erigirse en amo y señor del planeta, pero a la vez, como demostró The New York Times, no logra garantizar que muchas salas de Emergencia de sus hospitales cumplan la misión asignada. Apretada muestra sobre el sistema norteamericano de salud pública. ¿Quién ha contado sus víctimas entre la gente humilde de su población? Cuando se invierten 2 000 millones de dólares en un avión militar y se cierra el único hospital público de la ciudad de Washington, ¿estamos en presencia del triunfo o del fracaso de un sistema de vida? |
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