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11/01/2002
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Tortugas en dificultades

Algunas tortugas, bastante desorientadas, fueron motivo de sorpresa primero y de alarma después, en las Islas Salomón, océano Pacífico. Por fortuna, un grupo de pobladores de la zona adoptó las medidas adecuadas para ayudar a las de la especie Eretmochelys imbricata, a encontrar el camino a casa

VICKI KALGOVAS (*)

GIZO, Islas Salomón.— Nusa Tupe es una isla pequeña y estrecha situada a corta distancia de Gizo: un viaje de apenas cinco minutos a bordo de una lancha. La pista de aterrizaje de la localidad, una ancha franja de roca coralina compacta, se extiende de un extremo al otro, ocupando casi la totalidad de la superficie de la isla. Estrechas franjas de árboles y matorrales resistentes a la sal flanquean la pista. Aun cuando la situación de la isla, entre abundantes arrecifes, mares de color turquesa y atolones coralinos es hermosa, no puede decirse lo mismo de Nusa Tupe.

No obstante, recientemente la isla se convirtió en el punto focal de gran agitación. Un domingo de escasa actividad del pasado mes de agosto, los empleados de ICLARM, la estación de investigación marítima, situada en el lugar, se sorprendieron al observar lo que parecía una enorme roca en cercanías de la pista de aterrizaje.

Quedaron todavía más sorprendidos cuando la roca pareció moverse. Corrieron a investigar para encontrarse, no con una roca, sino con una gran tortuga de la especie Eretmochelys imbricata. Después de una ausencia de veinte años, un ejemplar de esta especie había regresado a anidar en la estrecha playa de arena coralina.

Por lo general, cuando llega la época del desove, las tortugas regresan a la misma playa donde incubaron sus huevos 30 ó 50 años atrás. Nadie sabía a ciencia cierta si la larga ausencia de estas se debía a que las tortugas de Nusa Tupe se habían extinguido o a que las hembras se sentían demasiado temerosas de poner sus huevos en playas donde existía tanta actividad humana.

Aparentemente la tortuga que regresaba a la playa se encontraba desorientada y se dirigía tierra adentro atravesando el inhóspito paraje de la pista de aterrizaje de roca coralina compacta. Normalmente, después de que una ha arribado a la playa a poner sus huevos, encuentra de nuevo el mar orientándose por el sonido de las olas. Desdichadamente para esta en particular, el sonido de las olas en el sector de mar abierto de la isla —al otro lado de la pista de aterrizaje— era mucho más fuerte que en el sector del malecón, donde ni una ola agitaba la superficie del mar. Y a pesar de que la tortuga había llegado a la playa por el lado del malecón, emprendió el viaje de regreso al mar atravesando toda la isla siguiendo el sonido de las olas en el sector de mar abierto.

Cuando el personal de ICLARM la encontró, estaba exhausta, arañada y magullada. También se estaba deshidratando. Cuando se percataron de que nada la haría desistir de su larga travesía a pesar de estar cada vez más débil, decidieron que era necesario rescatarla. Las tortugas adultas de esta especie llegan a pesar hasta 60 kilogramos: se necesitaron cuatro hombres fuertes para cargarla y llevarla de nuevo hasta la seguridad del mar. En el momento de su rescate, la tortuga estaba lista para el desove, pero nadie sabía si ya había hecho un nido o si continuaría anidando en Nusa Tupe después de su azarosa aventura.

Todos pensaron que ese sería el fin de la historia de la tortuga de Nusa Tupe. Pero a principios de noviembre del 2001, cuando uno de los empleados de ICLARM notó lo que pensaba era una pequeña talla en madera de una tortuga, al intentar recoger la talla, se encontró con la sorpresa de que se trataba de una de verdad: una pequeñísima tortuga recién salida del cascarón, del tamaño de una caja de fósforos. Miró a su alrededor: había muchísimas pequeñitas. Algunas muertas, otras tratando de encontrar el camino a través del pasto y las enredaderas que tapizaban la parte interior de la playa. Las pequeñas tortugas, demasiado desorientadas, avanzaban tierra adentro.

Rápidamente se organizó un equipo de búsqueda y rescate. En total, se encontraron cerca de 70 pero, tristemente, muchas habían muerto bajo el ardiente sol.

Las quince sobrevivientes fueron llevadas a toda prisa a los tanques de agua salada de ICLARM donde revivieron poco a poco. Dos días después, ya nadaban con seguridad y se alimentaban con propiedad. En su hábitat natural, las tortugas se alimentan de esponjas, moluscos y algas, entre otras cosas, pero, fuera de su elemento, dentro de un tanque, devoraban con ansia trozos de carne de atún y, de vez en cuando, mordían los dedos de quienes las alimentaban.

La gente de ICLARM se encargó de cuidar a las pequeñas durante algunas semanas, para luego liberarlas en el mar de Nusa Tupe. Se espera que los pobladores de Gizo vuelvan a darles la bienvenida dentro de 40 ó 50 años, cuando regresen como adultas a su playa en la isla.

"La aparición de las tortugas constituye un sólido argumento para crear una zona de protección marina en Nusa Tupe", afirma Bruno Manele, coordinador del Programa de Bioma Marina de WWF-Islas Salomón. "Si no protegemos a las tortugas y a su hábitat, centenares de ellas morirán; tal vez solo sobrevivirá el 10% de la población. Si establecemos un refugio seguro, podemos garantizar que muchas más sobrevivan para que los hijos de nuestros hijos también puedan llegar a disfrutar la belleza de estas interesantes criaturas".

En la actualidad, el programa de WWF-Islas Salomón trabaja en asociación con las comunidades, el gobierno nacional y las autoridades locales, el sector empresarial y otros grupos para identificar los sitios importantes y para establecer una Zona de Conservación Marina en Gizo. Nusa Tupe, que ya ha sido escogida como parte de esa Zona, podrá enorgullecerse de haber sido seleccionada como santuario especial para la anidación de las tortugas de esta especie.

(*) Vicki Kalgovas es funcionaria del Programa de Bioma Marina de WWF-Islas Salomón.

11/01/2002

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