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08/01/2002
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Teté Puebla, Heroína de la República de Cuba

Una guerrillera sorprendida

DIEGO RODRÍGUEZ MOLINA

NUEVA GERONA.—Teté es una mujer que lleva en su rostro el brillo de la lucha y en su pecho una estrella que sintetiza el amor de todo un pueblo. Difícil imaginarla con 16 ó 17 años, boina negra y fusil al hombro, integrando las honrosas filas del Ejército Rebelde que entraba a la capital con Fidel al frente.

"El título de Heroína de la República de Cuba, que nos fuera impuesto por Fidel a Vilma Espín, Melba Hernández y a mí, lo ostento con mucho orgullo, ese que se lleva muy adentro cuando se ha vivido intensamente la obra de la Revolución y renovamos cada día la voluntad de seguir aportando."

Foto: EVELIO MEDINAAsí afirmó, aún emocionada, la general de brigada Delsa Esther Puebla Viltre, quien durante una reciente visita a la Isla de la Juventud, confesara lo entrañable de recibir tan alta condecoración en el memorable 2 de diciembre, en que celebrábamos el aniversario 45 del desembarco de los expedicionarios del Granma.

"Realmente nos sorprendió, nunca imaginé tanto honor, y solo lo acepto pensando en que lo recibo en nombre de nuestras mujeres y del pueblo...", agrega Teté, como cariñosamente llaman a esta incansable luchadora que con seis décadas y siendo madre de tres jóvenes, además de abuela de varios nietos, conserva la vitalidad de la muchacha nacida en Yara que a los 15 años era guerrillera, integrara poco después el primer pelotón femenino de combate Mariana Grajales, y fue ascendida por Fidel a capitana en 1959, continuando junto al joven líder en la Caravana de la Libertad y en infinidad de responsabilidades militares, políticas, administrativas y sociales.

"...Realmente fui sorprendida, pues me enteré cuando estaba frente al Comandante en Jefe, en el acto solemne en Santiago de Cuba".

Comparte sus impresiones sobre el pueblo pinero.

"Es admirable la forma en que se reponen de las afectaciones ocasionadas por el huracán Michelle en este territorio, siempre combativo ...", subraya al referirse a las experiencias apreciadas como parte de la Comisión de Defensa del Parlamento cubano, de la que forma parte como Diputada, durante la visita que realizara a la Isla poco después de recibir el Título Honorífico.

"Por eso es el mayor regalo que he podido tener en los últimos días", reconoce.

Esta mujer sensible y campechana, de piel trigueña y de baja estatura,  atesora, sin embargo, la singular grandeza de la sencillez y la modestia.

OTROS SECRETOS

Hablar con la primera y única mujer cubana que ostenta el grado de general de brigada, es descubrir otras confesiones, más allá de Secretos de Generales.

"No puedo dejar de sentirme guerrillera, más aún en la actual batalla en que defendemos las mismas ideas de Martí y del Moncada, —reflexiona— pero con otras y muchas más armas y frente a un enemigo poderoso que exige más unidad y tesón, y no menos heroísmo. Estos tiempos requieren de combatientes con espíritu guerrillero y rebelde, como nuestro pueblo, que en medio de las dificultades se mantiene leal a nuestro Comandante en Jefe...".

"Si algo yo guardo con mucho cariño en mi vida es la atención que se le prestó desde los primeros momentos a las víctimas de la guerra, sin importar en qué bando estuvieran, porque se les dio igual trato que a los familiares de los revolucionarios caídos, a hijos de los guardias de Batista muertos, a los asesinos que tuvimos que fusilar o a los que condenamos a años de cárcel por sus fechorías. Ellos no tenían culpa de los errores de sus padres, esos muchachos fueron a las mismas escuelas que los hijos de los rebeldes y mucho nos sigue honrando que hoy en su mayoría sean profesionales e hijos de la Revolución".

DENTRO DEL ENEMIGO

Entre anécdotas latiendo en su memoria, rememora la riesgosa misión dada por el Che de bajar al campamento enemigo a plantearles una tregua para entregar soldados capturados tras desbaratar la ofensiva del tirano y la victoria rebelde en El Jigüe. "...Me explicó lo difícil de mi tarea, la importancia de llevar el mensaje... y me alertó: pueden cogerte presa, matarte o aceptar...".

Con voz que parece imitar el sereno valor con que convenció a los oficiales enemigos, evoca cómo salió sola, de madrugada, sorteó el bombardeo de la aviación, siguió a pie durante horas al perderse el mulo ante el primer bombazo, hasta que encontró la primera posta batistiana, cuyos soldados se helaron al ver quien era y su insistencia para ver al jefe, que aceptó la tregua y no pudo persuadir a la muchacha a que se quitara el brazalete rojo y negro del 26 de Julio, al alegarle ella que se trataba de un símbolo y que los que se rendían no eran los rebeldes, que preferían morir combatiendo...".

Como si aquel osado enfrentamiento de julio del '58 fuera poco, volvió ese día con la respuesta de Fidel al mando enemigo, donde durmió y desafió otros riesgos, antes de entregar cientos de prisioneros a la Cruz Roja Internacional.

Así sigue riéndose Teté de los peligros, los años y los prejuicios. Ella es de los generales que llevan por armas las ideas —las mismas que flamean con todo su humanismo y firmeza en los corazones de nuestros cinco compatriotas ante el vendido tribunal del imperio—, y de las heroínas que ostentan de cuerpo entero el valor del pueblo que resiste y crece con la plenitud de su obra y sus sueños.

08/01/2002

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