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Crónica de un espectador Memento ROLANDO PÉREZ BETANCOURT Los espectadores que dentro del diluvio fílmico del recién concluido XXIII Festival del Nuevo Cine no tuvieron la oportunidad de ver Memento, lo podrán hacer ahora en el estreno de la sala Chaplin y por nada del mundo deben dejar pasar la ocasión, porque estamos en presencia de una de esas películas que desde el plano formal hacen historia.
Y subrayo inteligente porque Memento, sin un espectador activo, lúcido, dispuesto a participar de principio a fin, no debe verse. De ninguna manera puede considerarse un mero ejercicio estilístico esta trama policíaca donde lo que se nos cuenta no es nunca lo que parece ser, matizada ella por el suspenso y una nerviosa cámara, que a ratos recuerda la técnica del video clip. Sin revelar esencias imperdonables para un tipo de cine negro, habría que subrayar que la estructura de Memento está plenamente justificada, ya que su protagonista es un hombre que ha perdido la memoria inmediata y para atar los cabos que lo lleven a descubrir al asesino de su esposa debe tomar fotos con una cámara Polaroid y anotar lo indispensable, porque en unos minutos lo habrá olvidado todo. Esta estética de la amnesia, para llamarla de alguna manera, es algo nunca antes visto en el cine. Porque si bien es cierto que filmes como Pulp Fiction y Reservoir Dogs, de Tarantino, realizaron aportes a la narración no lineal, el inglés Nolan le imprime a la utilización del tiempo y del espacio una connotación diferente y (aquí radica el gran mérito) plenamente justificada en lo artístico. El director de Memento, mediante la complejidad de esa urdimbre narrativa, es capaz de integrarnos a la historia desde la misma perspectiva mental del protagonista, ya que todo lo narrado es presenciado por este. Juega limpio Nolan y sus enlaces de la trama tienen una precisión matemática, aunque a primera vista tiendan a desconcertar. Que algunos elementos se nos podrán escapar, es cierto. Pero confieso que nunca antes sentí tantos deseos de volver a ver un filme de inmediato, como ahora, luego de comprender la amplia correspondencia existente en él entre contenido y forma, y el desafío lanzado por el director para que se participe en el ensamblaje de su proposición desde una mirada nada trillada. Conocido lo anterior, debe ir preparado al cine, o bien acompañado para discernir en susurros y enfrentar esta película llamada a escalar cimas, de guión complicado, cierto, pero que usted terminará agradeciendo, al estilo de esas capturas estimulantes por lo difícil. (Memento es el segundo
filme de Christopher Nolan. El guión es del propio director y está basado
en un cuento corto escrito por su hermano Jonathan. Filme de bajo
presupuesto, ganó el premio de la crítica en el Festival de Sitges y el
premio al mejor guión en el Festival Sundace 2001. Considerado entre los
diez mejores títulos exhibidos este año en los Estados Unidos, se habla
de él como posible aspirante a un Oscar, aunque su estructura poco
convencional no sea precisamente lo que los académicos suelen premiar). |
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