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22/12/2001
Portada de hoy

Multiplican los pineros sus esfuerzos en este fin de año

Diego Rodríguez Molina

NUEVA GERONA.— A poco más de un mes del paso de una tormenta devastadora como Michelle, cualquier país estuviera aún lamentándose de los daños y esperando por "obras de caridad", cual migajas de pocos.

Y por eso Cuba parece más de otro mundo, que de este planeta envuelto en calamidades eternizadas, llantos estériles y desesperanzas multiplicadas.

De que a menos del mes de la tormenta, como ha ocurrido en la Isla de la Juventud, se restablecieran servicios como el de las comunicaciones, y al cabo de seis semanas se esté trabajando en más del 70 por ciento de las 1 558 viviendas dañadas y logre sembrarse más de 50 caballerías de cultivos, casi el doble de las pérdidas, es para asombrarse de veras.

Sin embargo, lo más admirable es ver cómo la recuperación, caracterizada por la solidaridad, perseverancia y esfuerzo mancomunado, no se limita a resolver en breve plazo los perjuicios del huracán, sino que se extiende a disímiles frentes, alienta a colectivos, motiva iniciativas e impulsa obras que quizás antes se paralizaran para concentrar esfuerzos.

Es como único se explica el actual ambiente de rehabilitación constructiva al que se suman cada vez más trabajadores pineros y que compulsa a seguir terminando obras económicas y sociales e iniciando tareas que lejos de postergarse, se adelantan o emprenden con nuevos bríos, como los cuatro salones de operaciones del Hospital Héroes del Baire, la vaquería Ubre Blanca, la tienda El Boulevard y un restaurante, ambos en el paseo Martí, la reparación de tres consultorios médicos en el reparto Construcción Industrial, 24 cabañas en el hotel Colony y la reapertura de una presa reconstruida en el macizo agrícola Sierra Maestra, entre otros muchos exponentes de la voluntad de crecerse.

Pero en ese número hay más: están la capacidad de desplegarse en varios frentes, las reservas descubiertas cuando unimos brazos, recursos e inteligencia y el estilo de sobreponernos a las dificultades y redoblar el ritmo en las tareas.

Es la contagiosa motivación de los colectivos y el optimismo que inspira la confianza en las propias fuerzas y la seguridad de que nadie está desprotegido. Otro privilegio de cubanos este fin de año: no nos reponemos de la adversidad con migajas, sino con obras de pueblo laborioso, alegre y multiplicado.

22/12/2001

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