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Desde Venezuela Tocó con las manos el
techo OSCAR SÁNCHEZ No cabía en él, la alegría lo desbordaba. Apenas podía encontrar palabras para expresarse. Sus compañeros de Guarico, estado venezolano al sur de Caracas, se fundían en un fuerte abrazo. La euforia rápidamente contagió al público, y no era para menos: esa región por primera vez clasificó a cinco boxeadores para los Juegos Juveniles Nacionales, y como si fuera poco dos llegaron a finales, para un saldo de una de oro y otra de plata.
Fue Víctor Betancourt quien dejó sin habla a su entrenador, un hombre que mientras lo preparaba para hacerse aspirante a la corona en la competencia multideportiva más importante de Venezuela, pensaba en su familia, allá cerca del municipio de Jaruco, en la provincia cubana de La Habana. Y es que al propio tiempo que pulía el talento de su alumno, Daniel Madruga del Rey supo que el techo de su casa voló por la furia que desató el huracán Michelle a su paso por la mayor de las Antillas. "Lo único lamentable es no haber compartido ese difícil momento con los míos, con mi esposa, mis hijos. Pero yo, y todos los cubanos como yo, no tenemos por qué preocuparnos. Hasta aquí nos llegó la nueva victoria de la Revolución, que nos tocó a todos, y entonces mis lágrimas humedecieron mis mejillas, no de tristeza ante el desastre, sino por la emoción de saber cómo mi Patria, mis dirigentes, no abandonaron a mi familia. Cuando llegue, la casa tendrá un nuevo techo, el más alto del mundo y al propio tiempo el único que puedes tocar con las manos, el de la Revolución." El recuerdo de sus hijos Duniel, de 17 años, y Dainiel, de 10, lo pone ahora nostálgico, pero también orgulloso. "Los dos son boxeadores. El mayor fue campeón provincial en las divisiones de 44 y 54 kilogramos, y el más pequeño se tituló recientemente monarca de La Habana en los 26 kilogramos. Claro —dice con los ojos llenos de felicidad—, yo los preparé. Son buenísimos no solo en el ring, también como hijos, fíjate que aunque pegan duro siguen durmiendo conmigo". Realmente él es de Loma Travieso, cerca del central Camilo Cienfuegos, en el municipio de Santa Cruz del Norte, pero trabaja en una de las localidades de Jaruco, llamada Caraballo. "Allí tienen locura conmigo. En el gimnasio hay una buena matrícula de más de 50 atletas, con muy buenas perspectivas". Al decir de Daniel, lo más interesante de la experiencia venezolana está en el hecho de aprender día a día. "No se trata de que nos enseñen, aunque pudiera ser, sino que las condiciones te exigen, aun cuando sean buenas desde el punto de vista material. Por ejemplo, aquí no existen concentrados al estilo cubano de una EIDE o una ESPA. Por otro lado ha faltado sistematicidad en el trabajo y eso se paga muy caro, muchas veces cuesta años para lograr estabilizar un desarrollo. Todo eso demanda esfuerzo si se quiere conseguir un resultado importante". La final de los 63,5 enfrentará a Betancourt con Peter García, del estado de Lara. Ese es un muchacho que está en las manos de otro preparador cubano, Jorge Vizcaino. Frente a frente, como en unos Juegos Escolares en Cuba. "No me preocupa, aunque a lo mejor sería más fácil una esquina rival sin presencia cubana. Si sale la medalla de oro, que por supuesto vamos a pelearla hasta el final, bienvenida. Por lo demás, es hasta algo bonito ser rival de un compatriota que ha llegado también hasta la final, que será bien complicada, porque Vizcaino es un buen entrenador, fíjate, que además de ese, son tres los finalistas que lleva." Y Betancourt venció a García
no solo para coronar el trabajo de su preparador, sino la aspiración del
Estado de Guarico, que en el boxeo hacía más de cinco años no tenía
finalistas, y mucho menos un campeón. |
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