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18/12/2001
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Blues más largo por la paz

Ni corto ni largo... Contundente

PEDRO DE LA HOZ

Puede parecer extraño, al comentar el Blues más largo por la paz, que halle una referencia en Santa Teresa de Jesús: "desde debajo de los pies me levantaban fuerzas tan grandes que no sé cómo lo comparar". La comunión mística de la extraordinaria poetisa es equivalente, en términos musicales, con lo que sucedió a partir de la madrugada del domingo en la Casa de la Música de la EGREM. El espíritu levantisco del jazz —hecho nuestro hasta la médula— fue empinándose en la magia de la noche, al punto de que tendrá que hablarse, de ahora en adelante, del domingo 16 de diciembre del 2001, como el día en que todos los jugos de nuestra música se juntaron.

Orlando Valle (Maraca),
una de las estrellas de la noche

Todo comenzó en Fa y terminó en Fa... desarrollo clásico del blues. Pero cuántas cosas caben en esa tonalidad. De entrada, la soberbia imaginación de Bobby Carcassés. Quien venció tantos obstáculos y tuvo el enorme poder convocatoria para reunir a varias generaciones de intérpretes, avalados por el máximo nivel y la más viva heterodoxia, merece por sí mismo un aplauso rotundo que se expande cuando se sabe que alternó, con su acostumbrada eficacia, en el fliscorno, el bajo, el scat y el piano.

En Fa se hizo de todo como si se viajara en la geografía del género: el canto ríspido y sublime de las algodoneras del sur norteamericano y la conga resistente cubana, el tumbao y el swing, la oleada rítmica y el más sensible cantabile: todo mezclado.

Lástima que no se grabara tal acontecimiento, que solo quedara en la memoria de los testigos. Porque a estas alturas habrá que decir que es un lujo de la cultura cubana —por cierto, apenas representada oficialmente, lo cual demuestra un lamentable dislate de las instituciones culturales relacionadas con la música, con la excepción de la EGREM y la presencia solitaria del viceministro Rubén del Valle— contar con las entregas retadoras de los pianistas Chucho Valdés, Ernán López Nussa, Roberto Julio Carcassés y el norteamericano de origen peruano Paul de Castro; o con el congueo fabuloso de Tata Güines y Alejandro Aparicio, o con la impactante dicotomía bailable de Víctor Arencibia (viva el hip hop) y las espléndidas parejas de Santa Amalia; o con los arpegios delirantes de Maraca que se complementan con la dicción imaginativa de José Luis Cortés; o con la lozanía de los veteranos Carlos Emilio Morales y Enrique Plá; o con los trompetazos endiablados de Yasek Manzano; o con las intervenciones imprescindibles de Peruchín, Zalba, Robertico Martínez, Dayrén Virelles, Oliver Valdés, el insólito bombardino de Joel González, las vocalizaciones prodigiosas de William Torres y la alemana Clarissa Poschel y otros tantos que marcaron la noche con sus talentos.

Fiesta de las fiestas, músicas de las músicas, en Fa se definió el reino de lo posible: la música cubana que fue y será en una sola pieza.

18/12/2001

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