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Palestina: La suma del martirio ELSON CONCEPCION P.
Se trata de una comunidad indefensa no solo en lo interno, sino también ante la forma en que se cruzan de brazos las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad que nada hacen para poner fin al terror y la muerte. Un juego político de mal gusto, donde las fuerzas israelíes a diario matan a niños y a jóvenes o realizan asesinatos selectivos de dirigentes y militantes palestinos, mientras los enviados del padrino de Washington tratan de hacer creer al mundo que "la paz está cerca y que corresponde a Arafat y a los palestinos parar la violencia". No excluyo entre las causantes de esta situación a aquellos elementos dentro o fuera del movimiento palestino, que con actos terroristas añaden "leña al fuego" y no contribuyen en nada a la solución del problema. Mas bien, pienso que ese tipo de acciones puede aportar "justificaciones" al gobierno de Ariel Sharon para continuar con sus bárbaras masacres contra la población palestina. El dilema pareciera transitar por una especie de callejón sin salida y la figura del máximo líder de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, aparece ante el mundo como puesto entre la espada y la pared: la espada de las fuerzas agresoras de Israel armadas por Estados Unidos, y la pared de algunos grupos irreconciliables con la postura del Presidente de la ANP y responsables de actos que favorecen el accionar criminal de Tel Aviv. Y, aclaro, estos actos irracionales nada tienen que ver con la heroica resistencia, cuyo símbolo máximo es la Intifada. Punto y aparte merece en este análisis la postura de la administración norteamericana, de su Secretario de Estado y de su Presidente, quienes, en su política oportunista y tramposa que los caracteriza, han dicho públicamente apoyar la constitución de un Estado palestino independiente y la salida de los colonos judíos que viven en tierras palestinas. Esas frases van seguidas del envío de personeros de la Casa Blanca para dar la impresión de un "diálogo fluido en busca de la paz". La otra cara de esa moneda, sin embargo, es la entrega anual de 3 000 millones de dólares en armamentos para que su aliado en el Medio Oriente no le carezca de nada. Mientras tanto, misiones van y misiones vienen desde distintos lugares del mundo, pidiendo a ese pueblo humillado y agredido que se deje matar, que no luche, que siga sin poder tener su propio Estado y sin que regresen los millones de palestinos que viven en la diáspora. Es la suma del martirio, para un pueblo víctima del genocidio israelí, de la doble moral norteamericana y del silencio del Consejo de Seguridad de la ONU donde prevalece el veto de Washington. |
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El gran crimen que se está cometiendo contra la población palestina a los ojos del mundo y ya entrado el siglo XXI, parece tener la impunidad necesaria por parte de sus autores israelíes, de tal manera que muchos se pregunten si queda algo por hacer para lograr la paz allí.
