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14/12/2001
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El Zurdo, alfabetizador de los llanos

Enrique Atiénzar Rivero

Foto: NOEL MARTÍNCAMAGÜEY.— El Zurdo conserva la foto como una reliquia. Fue tomada en Varadero, a finales de mayo de 1961, antes de regresar a Camagüey, donde muchos jóvenes como él se incorporarían a la histórica Campaña de Alfabetización, bajo difíciles condiciones, riesgos y amenazas.

Poco ha cambiado la fisonomía delgada de Jorge Luis Betancourt en cuatro décadas de duro batallar, la mayor parte de ellas dedicadas al periodismo y a la literatura. El Zurdo ganó el apelativo en época de sus topes beisboleros en la barriada de La Vigía, en Ciudad Libertad y en el estadio universitario de La Habana

Su don de escribir facilita una conversación fluida, descriptiva y amena sobre una de las más hermosas campañas educacionales de la Revolución, haciendo partícipe a su interlocutor aun cuando no viviera aquel momento.

"Salimos de Esmeralda, casi al anochecer, en un camión por los casi intransitables y profundos fangueros del llamado Circuito Norte, acompañados de un concierto de grillos y ranas. Los bandazos del camión al avanzar, iban y venían", recuerda.

EL ZURDO TAMBIÉN EN LAS MONTAÑAS

Hubo un lugar en La Redonda, alejado y cercano a la costa, rodeado de manglares, monte firme y pantanos, allí hacía falta un brigadista y hasta el fue Jorge, sin pensarlo mucho, porque era muy arriesgado y temerario.

Jorge Luis y cuatro de sus compañeros quienes tuvieron la posibilidad histórica de participar en una de las más nobles y hermosas cruzadas desarrolladas por la Revolución que hoy recuerda y rinde homenaje a sus protagonistas.

Una vivienda de tabloncillo sobre pilotes, típica edificación norteamericana, fue el alojamiento. Residían el encargado de la finca, su esposa y tres niñas. Jorge Luis impartía clases al "montero", Alfredo Torres Almarales, a la esposa, así como a otro matrimonio y sus hijos.

"Como a los tres días de estar en el lugar, al ser muy fuerte la plaga de mosquitos y `corasí' fui a Lombillo, donde radicaba nuestra dirección. Hablé con Silvio, el coordinador nuestro, resolví una camisa de manga larga y regresé a mi `paraíso' montuno", explica.

No faltó el amedrentamiento. Les tiraban piedras y empujaban las puertas del cuarto donde dormían, vestidos, por cualquier eventualidad y con el machete al lado, pero los brigadistas se pusieron de acuerdo y Jorge habló en voz alta: "La próxima vez que tiren piedras y empujen la puerta, les caeré a tiros", replicó. "Aquello surtió efecto, porque los provocadores desconocían que no poseíamos armas".

Contó otras muchas anécdotas, del tratamiento médico que tuvo ante una afección de la vesícula, del alzado que trató de hacer una mala pasada y de la contribución de la gesta alfabetizadora, concluida el 22 de diciembre de 1961, en su formación revolucionaria, así como las posteriores movilizaciones hacia la recogida de café en la Sierra Cristal, durante la Crisis de Octubre de 1962, y en 1965, en Gran Tierra, Baracoa.

El Zurdo, con sus 59 años, sigue siendo un enamorado de la Historia, polilla de bibliotecas, lector infatigable. Cuenta en su haber con algunos libros publicados, entre ellos: Ceballos, historia de una colonia norteamericana, Historia de la trocha militar de Júcaro a Morón, Por llanos y montañas, donde narra las vivencias de los primeros estudiantes alfabetizadores de 1961, y Memorias del Cafetal, relato de la recogida de café en las montañas orientales durante la Crisis de Octubre de 1962.

14/12/2001

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