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![]() Aniversario 90 del nacimiento de Jesús Menéndez Solo pensaba en la liberación de Cuba PEDRO A. GARCIA
Según lo establecido entonces, de ser suspendida la elección, el Ministerio del Trabajo designaría los tres delegados al evento obrero y estos, por supuesto, responderían al mujalismo. Con su impresionante voz, Jesús Menéndez se posesionó de la tribuna y propuso iniciar la votación. Quienes estén por la CTC y los delegados unitarios —dijo—, que se queden en el salón. Nadie se movió. Jesús no esperó a que los mujalistas se repusieran de la sorpresa y convocó enseguida a quienes apoyaban a los delegados unitarios a abandonar el salón. "Un vergonzoso grupúsculo queda en medio del desolado recinto, con lo cual los personeros del mujalismo se ven obligados a aceptar su aplastante derrota", relataría años después un testigo presencial. SIEMPRE COMPAÑERO Había nacido el 14 de diciembre de 1911, en una pequeña finca llamada La Palma, cerca de Encrucijada (actual provincia de Villa Clara). Quienes le conocieron dicen que era alto, de figura atlética y andar rápido. De temperamento nervioso. Orador directo y fácil de palabra, según Nicolás Guillén arrastraba la erre "como un francés renuente a olvidar su lengua de niño". Con solo 18 años, en 1929, se inició como líder sindical en el central Constancia (hoy Abel Santamaría). Ingresó en el primer Partido Comunista en 1931. Desde dirigente de base, fue llevado por los trabajadores en 1941 hasta el más alto cargo: Secretario General de la Federación Nacional de Obreros Azucareros (FNOA), que por iniciativa del propio Menéndez se transformó en FNTA (Federación Nacional de Trabajadores del Azúcar) para incluir a los empleados y técnicos de todas las ramas de la industria. Sus compañeros de lucha aseguran que podía descubrir en un instante, de un golpe de vista, cuando alguien tenía problemas o sufría cualquier preocupación. Preocuparse él también por el más mínimo asunto que pudiera afectar a un camarada —afirma uno de sus biógrafos—, y desvivirse por resolverlo aun en medio de las mayores responsabilidades, era parte misma de su naturaleza. Siempre pulcro en su apariencia personal, vestía con discreta elegancia y buen gusto, pero sin lujo. Tenía muy buen humor, mas no era inclinado a las bromas que pudieran lastimar la sensibilidad ajena. Nunca era autoritario ni hosco, sino convincente y razonador; y de natural delicadeza a la hora de hacer una indicación, dar una orden o formular una crítica. TRES ANÉCDOTAS Blas Roca solía contar que en una ocasión, durante el gobierno de Grau (1944—1948), "se desenvolvió una lucha de tabacaleros en Santa Clara, en la que Menéndez tomó algunas iniciativas y dio algunas orientaciones que no correspondían a la situación de ese entonces". Por ello, Blas y otros dos compañeros fueron a hablar con Jesús. Fue una discusión franca, en la que se le explicó al líder obrero lo desacertado de sus decisiones y las consecuencias negativas, no previstas por él, para el movimiento sindical de la zona. Jesús entendió y él mismo, sin vacilaciones ni vanidades personales, asumió ante los trabajadores su responsabilidad, corrigió con ellos lo mal hecho y los ayudó a conseguir otra victoria en sus reivindicaciones. Era también un polemista muy agudo. Según el también líder obrero Ursinio Rojas, cuando debatían con la patronal un crédito a los trabajadores en el tiempo muerto, a fin de mantener sus familias, y el cual, luego, ya en la zafra, les fuesen descontados, el hacendado Casanova propuso darle a cada obrero, como anticipo, dos pesos semanales. Menéndez replicó inmediatamente: "Mire, Casanova, me han dicho que usted tiene un perro en su casa al que se le encarga diariamente 6 libras de carne que importan dos pesos. ¿Cómo se imagina usted que un padre de familia va a darle de comer a sus hijos durante la semana lo que un perro se come en un día?". En ocasiones, exhibía su buen humor en los momentos menos pensados. Contaba Jacinto Torras que tras negociar exitosamente el pago al diferencial azucarero se celebró una recepción en un hotel de cinco estrellas y el Secretario de Agricultura de los EE.UU. se deshizo en elogios para Menéndez y la delegación representativa de los trabajadores cubanos. Al oír tales elogios Jesús —relató Torras años después—, siempre alerta a las reacciones del adversario, me tomó por el brazo y me preguntó al oído: "¿Habremos metido la pata en algo?". Carlos Rafael Rodríguez consideraba a Menéndez "en medida excepcional, una muestra de la enorme cantera de posibilidades que hay en el pueblo". A pesar de su origen humilde, apuntaba, tenía tal sagacidad y penetración que pudo dominar el proceso económico cubano, esencialmente el sector azucarero, y debatir sobre él con los más expertos dirigentes de la gran burguesía. |
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