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12/12/2001
Portada de hoy

Crónica de un espectador

Una confrontación que no debe acabarse

ROLANDO PÉREZ BETANCOURT

Noche de premios hoy, cuando todavía queda bastante por ver.

De ahí la imposibilidad de dar vaticinios.

Pero me gustaría mencionar algunos títulos que de alguna manera deben de estar en la mesa de "negociaciones": las brasileñas Domésticas, el filme y Bicho de siete cabezas, la chilena Taxi para tres; de México, Perfume de violetas e Y tu mamá también, la uruguaya En la puta vida; de Venezuela, Una casa con vista al mar, y de Cuba, Nada.

No faltarán películas argentinas en la porfía, por supuesto, pero este año, entre las multitudes y las muchas credenciales y los horarios, se les hicieron esquivas al cronista.

Sin embargo, en medio de esas colas y gentíos, oídos mediante, fue interesante oír hablar bien al público de filmes en concurso no vistos: cintas como Nueve reinas y Rosarigasinos de Argentina, Bastardos en el Paraíso, de Chile y Video de familia, de Cuba.

Un Festival tras otro, el público ha madurado una apreciable escala de valores para juzgar y resulta estimulante asistir a juicios emitidos, lo mismo mediante un torrente de palabras, que recurriendo a un retorcimiento de ojos, o mohínes más abarcadores que un discurso sobre estética contemporánea.

Lo anterior no quiere decir que falten discordancias.

De "duelo en la cañada" puede calificarse una disputa escuchada en una cola en torno al filme Vidas privadas, de Fito Páez. Mientras algunos lo ensalzaban, otros lo condenaban a la hoguera. Veredictos de extremos a los que no hay que temerles, porque muchas veces se dan también en el terreno de la crítica profesional.

No son pocos los directores que han confesado la satisfacción de sentarse de incógnitos a ver sus filmes junto al público cubano, porque la reacción inmediata de este permite sopesar no pocas consideraciones.

Resulta estimulante ver a cientos de miles de personas involucradas en el gran proyecto cultural que es el Festival. Un público que no ve y guarda, sino que le gusta intercambiar ideas e interrogantes.

De ahí la importancia de que una vez concluido el evento, esta gran convocatoria al pensamiento activo que propicia el cine no se deje atrapar por los vacíos que necesariamente acarrean los problemas económicos.

Faltarán títulos, pero los intercambios de criterios que ahora se dan en los cines, esa fiebre de la confrontación, ¡bendita facultad del arte!, debe encontrar cauces en centros de trabajo, escuelas y, por supuesto, el hogar.

El video sí, pero mejor la larga y abarcadora mano de la televisión, como una invitación no solo a ver, sino también a razonar y sugerir.

El cine es una tentación demasiado atractiva (e influyente) como para no aceptarle la invitación a bailar el año entero.

Un concepto el anterior que engalano de categoría cada vez que encuentro filmes como los dos últimos vistos ayer: Memento, del cine independiente norteamericano, una proposición estética que muestra las argucias para narrar un thriller desde diversos planos retrospectivos, y Visionarios, del español Manuel Gutiérrez Aragón, fresco de la Guerra Civil española que habla de cómo la reacción utilizó un hecho religioso para hacer contrarrevolución, y la respuesta poco inteligente que esto encontró por parte de representantes de la República.

Buenos temas para discutir, ¿verdad?

Como otros que hasta el domingo usted podrá encontrar en los cines, como parte de este buen Festival que ya se nos está yendo, no sin antes dejar caliente el músculo que hermana lengua y pensamiento.

12/12/2001

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