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Nuevas joyas de la música cubana Pedro de la Hoz Cuando la academia, la tradición, la imaginación y la sensibilidad popular se conjugan en la ejecución jazzística, se confirma un fenómeno irrebatible: las nuevas generaciones de músicos cubanos interesados por el jazz no solo nada tienen que envidiar a las precedentes, sino están de hecho abriendo caminos inéditos en una estética tan legítimamente nuestra como la que más. Jojazz 2001, el evento que anualmente el Centro Nacional de Música Popular lleva adelante contra viento y marea, esta vez, a falta del ambiente de La Zorra y el Cuervo, afincado en el teatro Amadeo Roldán, aportó nombres que muy pronto, si se cultivan como es debido y se les da el impulso promocional necesario, estarán en condiciones de escalar cumbres. No es solo una opinión personal: Chucho Valdés, presidente del jurado, y Jorge Reyes, ese tremendo bajista, compartieron ese criterio. Tenga entonces en cuenta las siguientes señas: la vibrafonista Tamara Castañeda y los pianistas Alejandro Vargas y Marcos Fernández, tríada triunfadora, por ese orden, en la categoría mayores; y en la juvenil, grupo Sexto Sentido y el trompetista Carlos Sarduy (primer lugar compartido), el tresero Arturo Cruz y el trompetista Jorge Vistel (abrazo en el segundo) y el pianista Omar Secada y el clarinetista Emir Santa Cruz (igualados en el tercero). |
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