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04/12/2001
Portada de hoy

Amarilla y los colores del optimismo

MARÍA JULIA MAYORAL

Los gritos de júbilo en la calle anunciaban que algo grande estaba sucediendo en el poblado de Amarilla. Yanetsy Noda dormía a la hija pequeña cuando la bulla la sacó de su rutina diaria. "Parecía una fiesta —cuenta la muchacha—, era como si la gente no hubiera visto nunca la luz eléctrica".

Yanetsy y Dolores (junto a ellas está el delegado), cuentan de la ayuda rápida del Gobierno y la solidaridad de sus vecinos.

Después de más de 20 días sin corriente, esa comunidad era una de las primeras en recuperar el servicio en Calimete, mientras la mayoría de los 30 000 habitantes de ese municipio matancero continuaba a oscuras por los enormes destrozos provocados por el huracán Michelle y a pesar del esfuerzo en mayúsculas de los trabajadores eléctricos de varias provincias, movilizados en ese territorio occidental.

"Precisamente ese día 25 por la mañana, Dolores, la abuela de mi esposo, él, la niña y yo habíamos regresado a la casa después de poner el techo nuevo, gracias a que el delegado y los otros compañeros de la comisión de viviendas en la circunscripción no han perdido ni un minuto: Al llegar las primeras rastras con materiales, enseguida los empezaron a repartir".

Foto: ARNALDO SANTO Muchos ya han recibido los materiales y reparan con rapidez sus casas.

Dolores Rosales atrapa los sentimientos en un gesto. Eleva los brazos y junta sus manos sobre la cabeza, solo después se decide a contar. Primero, su modesta casa desguarnecida porque el ciclón se llevó todas las tejas de zinc, el radio hecho pedazos y el televisor roto, luego, las tejas nuevas, la cal blanqueando las paredes y varias vecinas ayudándola a limpiar en el interior de su hogar y el patio. "A la verdad que no tengo quejas, sí mucho agradecimiento hacia todo el mundo".

En el vecindario muchos han borrado las huellas del Michelle con los materiales entregados por el Estado y la solidaridad de la comunidad. Sus vidas han vuelto a la normalidad, pero para personas como Luis Rodríguez Castro no hay sosiego aun antes de que pasara el ciclón. Las cifras de su desvelo podrían ilustrarse en 32 viviendas derrumbadas por completo, 20 sin techo, 84 con daños parciales en la cubierta..., sin embargo él prefiere hablar del drama humano recogido en esos datos, de cómo las familias reciben las orientaciones precisas sobre la recuperación y del optimismo de la gente porque se siente segura del trabajo del Gobierno. Él es el delegado de la circunscripción No. 14, una de las once comprendidas en la zona del Consejo Popular de Amarilla.

En Calimete el huracán dañó 5 200 casas de las 9 000 existentes en el municipio y la zona de Amarilla fue, precisamente, la más perjudicada al registrarse perjuicios en 
1 299 viviendas, incluyendo el derrumbe total de 200 y el desplome parcial de 126.

Ana Rosa y Bienvenido levantan la facilidad temporal para empezar a construir su nueva vivienda de cantos. A ellos, como a los demás damnificados, el delegado sigue dándoles vuelta a diario.

A principios de semana ya quedaban pocos de los albergados en la escuela especial Guerrillero Heroico y en la Casa Comunal de Cultura de Amarilla, pues la mayoría había retornado a sus hogares para empezar a componer los inmuebles. Ana Rosa Milián García y Bienvenido Rodríguez García finalmente no fueron para ninguna de esas dos instalaciones. "De no ser por la insistencia de este muchacho —dice la mujer apuntando hacia el delegado—, nosotros ni hubiéramos ido para la casa de Fernando Cuba, porque queríamos quedarnos para cuidar las cosas y los animales; lo que pasa es que él se puso fuerte y debajo de las primeras ráfagas nos obligó a irnos".

En el lugar donde residía este matrimonio ahora solo quedan algunas tablas y tejas viejas dando fe de que alguna vez allí existió una vivienda y que "la majadería del delegado" no era infundada. Una pérdida similar sufrió Pedro Luis Hernández Jiménez, padre de cinco muchachos chiquitos, quien ahora, como Ana Rosa y Bienvenido, levanta al pie del derrumbe un pequeño cuarto a modo de facilidad temporal para empezar a construir su casa nueva de cantos con cubierta de tejas.

La madera, los dos sacos de cemento y las tejas para hacer el cuartico provisional me los dieron regalados —explica Pedro Luis—, y en cuanto lleguen los otros materiales, le vamos a `meter mano' al trabajo con la ayuda de Nené (Marcelino Rodríguez), un albañil del barrio.

"Yo no sé mucho de construcción, cuando estaba en el Servicio Militar aprendí a tirar un poco de mezcla; pero los técnicos del MICONS que estuvieron por aquí me dijeron: busca el albañil, que nosotros le pagamos y le damos asesoría técnica. Después de terminada, el valor de la casa me lo irán descontando poco a poco del salario."

La esposa de Pedro Luis, Ana María Rivas y los cinco niños estaban entre quienes a principios de semana continuaban en la Casa Comunal de Cultura. Según la joven allí no les ha faltado nada. "Nos dan desayuno, merienda, almuerzo, comida, atención médica y a las personas que como nosotros lo perdimos casi todo, nos entregaron ropa: dos vestidos a las mujeres y camisa y pulóver para los hombres".

Mientras, en la sala de la casa de Lázara Valdesramos Madruga ya están las tejas en espera de poder colocarlas; ella perdió parte de la cubierta. El delegado —comenta— no ha parado en estas semanas, primero dándonos vueltas para que estuviéramos atentos a las orientaciones de la Defensa Civil, después para el lío de la evacuación, y por último con los técnicos de la Vivienda, visitando a la gente para ver los daños del ciclón.

Ingeniero agrónomo y jefe de Agrotecnia, Suelo y Fertilizantes del CAI arrocero del sur de Calimete, Luis Rodríguez Castro, salió delegado por primera vez en las últimas elecciones. Sin embargo, el ajetreo de las últimas semanas puede compararse con la faena de varios mandatos juntos.

04/12/2001

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