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04/12/2001
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Alba Margarita, la joven
que izó la bandera de la Alfabetización

Para la muchacha capitalina aquel momento en la Plaza de la Revolución siempre será inolvidable

PEDRO A. GARCÍA

Estudiaba entonces magisterio en la Escuela Normal. "Era miembro de la Asociación de Jóvenes Rebeldes (antecesora de la actual UJC) y ante el llamado de Fidel, fuimos un grupo a incorporarnos a la Campaña como maestros pilotos, se quiso hacer como un ensayo de lo que después fue la Conrado Benítez"

Foto: ALBERTO BORREGO"Yo nunca había estado en el campo, pero me adapté enseguida. Inicialmente le tenía miedo a las ranas, los alacranes, después me acostumbré a ellos".

Alba Margarita Cortina sonríe ahora de cómo han cambiado las mentalidades. "Yo tenía 16 años. Mi madre era muy revolucionaria, pero demasiado conservadora en otras cosas, no quería que yo fuera al campo, sola con los campesinos. Mi padre, que era miliciano del Batallón 117, sí estaba de acuerdo y la convenció para que diera también su conformidad de que yo alfabetizará".

En Carmelina, pintando el Centro Cultural construido por los propios brigadistas para los campesinos.

Como brigadista piloto le dieron una preparación emergente en Ciudad Libertad. Marchó para la Ciénaga de Zapata a finales de febrero o inicios de marzo de 1961. En Jagüey Grande los distribuyeron a distintos lugares de esa zona. "Me ubicaron cerca del central Covadonga (hoy Antonio Sánchez), en la finca Las Guásimas, una vaquería. Era campo intrincado".

Le asignaron 5 alumnos, un matrimonio y sus hijos. "Tenían un bohío grande con ciertas condiciones, aunque no había luz eléctrica y nos alumbrábamos con un mechón porque los faroles chinos no habían llegado, y con eso teníamos más facilidades para dar clases por las noches, ellos se acostaban muy temprano, se levantaban a las 3 de la mañana".

PLAYA GIRÓN

Justamente allí le sorprende la invasión organizada por la CIA. "Me atemoricé mucho, tuve la amarga experiencia de ver cómo los aviones mercenarios bombardeaban un camión con personas adentro, en la carretera que se veía de lejos desde la casa. Y en eso viene un aviso del batallón de mi papá donde me mandaba a decir: Mi'ja estoy bien. Hacía 4 meses que no lo veía".

Con la impetuosidad de la adolescencia, cogió un caballo y se fue a ver al padre. "Como no sabía llegar por el camino más corto, cogí la línea del tren, que llegaba al central, cuando veía un avión, me tiraba del caballo, se me iba el caballo, vuelve a coger el caballo, hasta que llegué a una tienda del pueblo, y allí había una talanquera con un miliciano".

Era un compañero del batallón de su padre. Le facilitó una bicicleta. "En ella llegué a un lugar donde sí había muchos milicianos. Estaban sacando a un herido y al verlo me desmayé. Cuando volví en mí, ya mi papá estaba al lado mío".

Al día siguiente, la trasladaron para un albergue en Aguada de Pasajeros donde habían concentrado a todos los alfabetizadores de la zona. Y de allí, los llevaron para Varadero, para que se incorporaran a los primeros contingentes de la Brigada Conrado Benítez.

SUS ALUMNOS

La ubicaron esta vez en una zona que se llama Carmelina, cerca de Horquita, la parte colindante de la Ciénaga, que ahora pertenece al municipio de Abréus (Cienfuegos). Tenía 4 alumnos. "Alfabeticé a Consuelo Águila y Ciprián García —en estos 40 años les he seguido visitando, mantenemos contacto, los quiero muchísimo—, Eloísa (ya fallecida) y su esposo, que no recuerdo cómo se llamaba".

Los más difíciles fueron Consuelo y Eloísa. "Esta última no salía de un embarazo para entrar en otro y yo tenía que cargarle la niñita para poderla alfabetizar, y ya estaba embarazada de otro.

"Consuelo tenía problemas en la vista y se le consiguieron espejuelos. Con ella aprendí a hacer arroz y muchas cosas, yo no hacía nada en mi casa, fui a enseñar, pero realmente aprendí con los campesinos a ser humana, desprendida, volverme solidaria ante los problemas de los demás. Ellos no exigían nada y se daban por entero, me acogieron como si fuera una hija".

Los cuatro aprendieron a leer y a escribir. "Pensaba que no iban a poder, veía que les costaba trabajo, pero con mucha dificultad y todo aprendieron e hicieron la cartica. Y me emocioné mucho. Después de terminada la campaña, nos escribíamos, Consuelo, con mucha dificultad, me hacía una notica en la carta que me mandaban sus hijas, cuando recibí la primera me sentí feliz".

EL DESFILE

Al terminar la Campaña, "todos salimos llorando de allí, los campesinos, nosotros... Vinimos en una guagua y algunos brigadistas no eran de La Habana, les dimos albergue en mi casa y en la de mi tía. El día del desfile (22 de diciembre), íbamos por Boyeros y varios compañeros que iban en un yipi de la Campaña nos detuvieron y seleccionaron a una compañera y a mí para estar en la tribuna en la Plaza".

Recuerda que las ubicaron en la base del monumento a Martí, al lado del mástil y tras el Himno Nacional, izaron la bandera cubana."Y cuando el locutor anuncia que se izará la bandera de la Alfabetización..., dos rebeldes me dicen que yo era la seleccionada para izar la bandera. Había mucho viento y era muy grande, y apenas podía, entonces ellos me ayudaron, pero saqué fuerzas y de la mitad hacia arriba terminé de izarla yo sola. Aquel fue un momento inolvidable en mi vida, de significación muy especial, que jamás olvidaré."

Después de aquel 22 de diciembre, "como ya yo era casi maestra, me hice profesora de los becados y estudiaba por la noche. Me gradué y ejercí el magisterio mayormente en secundaria. Mis alumnos hoy en día son médicos, ingenieros, la mayoría son profesionales, me los encuentro en muchas actividades".

¿Y qué le emociona más, que le digan maestra sus antiguos alumnos de secundaria o brigadista los campesinos de Abréus? "Realmente, en Carmelina me emociono mucho cuando voy...".

04/12/2001

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