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04/12/2001
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Desde el areíto hasta el guateque campesino

Antonio Paneque Brizuela

Tal vez no deba expresarse de forma tan elemental, pero el recién finalizado encuentro en La Habana sobre cultura agraria y género ha despejado el camino investigativo sobre artes y ciencias de basamento rural en la Isla, desde las más ingenuas figuraciones de nuestros aborígenes, los araucas, hasta las más acabadas formas de creación humana presentes en las campiñas bajo el cielo de la contemporaneidad.

Nación que comenzó con ellos, y no en 1492 como intencionadamente quisieron hacer ver los conquistadores, un estudio serio sobre el tema conduce a la disección de aquellos tiempos aborígenes, los conglomerados humanos con sus producciones, el estado y evolución de sus representaciones creativas, que incluyen el juego de batos, pese a su olor a exclusividad deportiva, y el casabe fabricado a partir de la yuca, que algunos especialistas califican con sabiduría como "el pan de nuestros indios".

Ese estudio, aunque esbozado de manera preliminar en este encuentro (y en estas líneas), tendrá como escenario una reunión posterior dentro de dos años.

Cultura muy joven en comparación con la africana, oriental o europea, República de solo 100 años, aunque fuera falsa desde que la impusieron los nuevos conquistadores con máscara institucional y vestiduras seudolegales, un vistazo con rigor sobre su historia artística tampoco puede excluir a una esclavitud que perduró desde el genocidio aborigen hasta 1886, aunque, pese a su sabor a "ingrediente" del ajiaco de Fernando Ortiz, a una nación esclava tampoco pueda aplicársele en su sentido más completo el término cultura.

Pero esos son solo parte de los retos afrontados por el denominado Primer Taller Cultura Agraria y género que, celebrado recientemente bajo el auspicio de la Comisión Cubana de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), empezó a desenredar entuertos y abrió el camino para desentrañar muchos enigmas y misterios. En esta Isla, la vida toda descansa sobre la agricultura...y sobre el mar.

Concebido este cónclave quizás todavía de manera incompleta, con el viso inacabado de algunas nuevas ideas, sus presupuestos deberán tomar cuerpo en un evento posterior como objetivo más inmediato. Se trata de una bienal con el mismo cartel sobre cultura y familia en Cabaiguán el próximo año 2002, en la cual se espera participación internacional, esto último obvio dentro de un mundo —sobre todo el Tercer, en el que Cuba es imagen y paradigma— básicamente agropecuario.

El término cultura agraria, más o menos precisado a partir de los criterios expuestos anteriormente, se conjuga en este tipo de reunión con el de género, este último entendido, para los profanos en el tema solo en el sentido "hombre-mujer" y que, a los efectos de este tipo de estudios, los expertos lo evalúan en su significado de "construcción social o cultural de la división sexual del trabajo", según palabras de Lohania J. Aruca, vicepresidente de la Sección de Historia de la UNEAC y miembro del Grupo de Estudios Regionales de Cuba.

04/12/2001

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